La Vanguardia

“Con mi baile aspiro a experiment­ar”

Ana Morales, bailaora barcelones­a

- ADOLFO S. RUIZ

Triunfador­a varias veces en la Bienal de Flamenco de Sevilla, está llamada a ser la sucesora de las más grandes bailaoras. Ana Morales, barcelones­a de 1982, se prepara para recoger el testigo de Sara Baras, María Pagés o Eva Yerbabuena, que fue una de sus maestras. A su técnica depurada, Ana Morales une su innovadora visión del arte flamenco y el magnetismo que desprende al bailar. Solista en el Ballet Andaluz de Flamenco, su tercer trabajo de creación, Los pasos perdidos, que acaba de estrenar la consagran como la nueva estre- lla en la constelaci­ón de grandes intérprete­s.

Usted nace en Barcelona. ¿De dónde le viene su vocación por el flamenco? Mi familia es andaluza aunque nací en Barcelona. Mi padre es de Sevilla y mi madre de Melilla. El flamenco ya viene de casa. Como todos los andaluces emigrados, se juntaban en asociacion­es, en peñas y mi afición viene de ahí. Comencé en el Conservato­rio de Barcelona y después me becó el Ballet Flamenco de Andalucía en una escuela que formó a José Antonio Ruiz. Llegué a Sevilla con 15 años y allí me quedé. Mis padres y mis hermanos siguen en Barcelona.

Muchos críticos la consideran ya como la verdadera sucesora de las grandes. Ojalá. Para mí sería un sueño. Lo único que quiero es hacer bien mi trabajo, porque me siento muy bailarina aparte de bailaora. Quiero conseguir que la danza esté integrada en el flamenco y no haya contradicc­iones, porque esa es la labor que nos toca a los jóvenes. Evoluciona­r desde el punto de partida de lo que es el flamenco, una expresión de sentimient­os. Imbricar una estética vanguardis­ta dentro de la pureza del flamenco. En mi baile aspiro a experiment­ar con conciencia y a reciclar con gusto.

Aprende a ser bailaora con grandes nombres como Rafael Campallo, Alejandro Granados, Eva Yerbabuena y muchos otros. ¿Qué le aportaron en sus inicios? Para mí todos fueron especiales. Entonces eran figuras muy jóvenes, que estaban empezando sus carreras que luego fueron un éxito. Y a todos los pude disfrutar en primera persona. A mí me han marcado todos.

Ha triunfado en la Bienal de Flamenco, donde debutó con 18 años, bailando temas conocidos pero también con sus propias creaciones como De sandalia a tacón y ReciclARTE. Y colaboró con la cantaora Esperanza Fernández. De sandalia a tacón surge a raíz de ganar el concurso de La Unión, en 2009, y fue un momento muy importante para mí. Con Esperanza fue un homenaje a Manuela Vargas que quise hacer porque el padre de Esperanza era un enamorado de Manuela. Así que ella canta- ba por peteneras y yo representa­ba la figura de Manuela Vargas sobre el escenario. Para mí fue un lujo y mi carrera cambió desde ese momento.

¿En qué sentido lo dice? Hay muchas veces que los espectácul­os en solitario de los creadores jóvenes pasan inadvertid­os. Al no tener un nombre ni una carrera consolidad­a, mucha parte del público del flamenco no tiene la oportunida­d de ver lo que se está haciendo nuevo. Acude a la llamada de los grandes maestros pero se pierde lo que de novedoso y enérgico podemos aportar los que estamos llegando. Actuar con una personalid­ad como Esperanza te abre muchas puertas.

Ahora estrena otra obra suya, Los pasos perdidos, que alude a su actual proceso vital. Desde el punto de vista personal y artístico me encuentro en una situación de paso. He cerrado muchas puertas y quiero abrir otras nuevas. Alcanzar la utopía en un momento en el que me encuentro emocionalm­ente con mucha libertad y mucha seguridad. Me he permitido bailar como a mí me gusta, sin ponerme ninguna clase de límites, sin pensar en la imagen, en lo políticame­nte correcto. No sé dónde llegaré, pero sí que me encuentro en el camino. Es un trabajo donde puedo desplegar lo que más me gusta, lo que me apetece, lo que siento. Desde mi desasosieg­o de mi vida pasada a la seguridad de mi vida actual.

Como catalana, ¿qué opina del actual panorama político? La situación política no me gusta. Por querer buscar cosas que para mí no tienen sentido se está queriendo ocultar lo verdaderam­ente importante. Me han sorprendid­o mucho los resultados de las elecciones municipale­s en Barcelona, y me ha alegrado, porque yo me posiciono en favor de los políticos que quieran ayudar a las personas. Me gustaría que en Catalunya no se pusieran barreras. Creo que el ser humano tiene que crecer y evoluciona­r libre, vivir sin fronteras, sin barreras. Todos somos ciudadanos del mundo. Los seres humanos que van a nacer tienen que hacerlo ya con otra manera de pensar. No podemos retroceder.

LOS PRIMEROS PASOS “Comencé en el Conservato­rio de Barcelona y con 15 años fui a Sevilla”

UN DESEO COMO ART IS TA “Imbricar una estética vanguardis­ta dentro de la pureza del flamenco”

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ARCHIVO La bailaora Ana Morales

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