Los cien años más rápidos
La Federació Catalana d’Atletisme celebra su primer siglo gracias al impulso de una sociedad ávida de nuevos retos
Ya está creada y bien creada la nueva entidad que viene a regir y reglamentar los deportes atléticos y a dar carácter oficial a la serie de proezas que frecuentemente realiza nuestra juventud atlética, sin otros estímulos que el de aproximarse a lo que en otros países más adelantados que el nuestro se viene realizando con el aplauso y apoyo de todo el mundo, de los gobiernos, de los municipios y hasta de los más humildes ciudadanos”. Con esta proclama recibía La Vanguardia hace ahora cien años el nacimiento de la Federación Atlética Catalana, origen de la actual Federació Catalana d’Atletisme, una entidad formada por clubs, gimnasios y particulares que venía a dar cobertura a las competiciones atléticas que se estaban celebrando en numerosas ciudades catalanas en esas dos primeras décadas del siglo XX y a impulsar el desarrollo de una federación española que aún tardaría cinco años en nacer.
El rápido y exitoso desarrollo del fútbol –la federación catalana, también pionera, tiene sus orígenes en 1900– y la existencia de un importante núcleo de gimnasios organizados desde 1887 en la Asociación Gimnástica Catalana y otras entidades polideportivas hizo que el atletismo se extendiese y popularizase junto a otros deportes y que incluso tuviese su propio espacio en entidades excursionistas o ateneos desde finales del siglo XIX. Mucho antes de que en 1912 viese la luz el primer club exclusivamente atlético de Catalunya y España, el Sport Atlètic Barcelonés, al que pronto acompañaron el Solé Pedestre Club y el Alterófilo Club Español, cuyos orígenes fueros las secciones atléticas de los gimnasios Solé y Gibert, respectivamente.
En pleno auge de un higienismo que preconizaba la práctica deportiva al aire libre como fuente de salud, inmersa en su propia revolución industrial y abierta a Europa desde la Exposición de 1898, la sociedad catalana se lanzó a practicar y a consumir deporte popular, con el fútbol, el ciclismo, la gimnasia y el atletismo como bandera. Un fenómeno del que dio buena cuenta una prensa deportiva que llegó a simultanear una decena de cabeceras y una prensa local y comarcal volcada con ese nuevo fenómeno social que suponía el deporte.
Antes de la fundación de la federación ya existían pruebas atléticas documentadas en municipios como Olot, Hostalric, Sant Feliu de Guíxols, Tortosa, Mataró, Badalona, L’Hospitalet de Llobregat, Terrassa, Sabadell, Cerdanyola del Vallès, Montcada i Reixac, Granollers, Mollet del Vallès, Tarragona, Lleida y, lógicamente, Barcelona. Se ha dado en considerar como la primera prueba atlética de carácter exclusivamente deportivo la carrera a pie que en diciembre de 1898 organizó el Gimnasio Tolosa entre la calle barcelonesa Duc de la Victòria, donde tenía sus instalaciones, y el entonces municipio de Sarrià. Más allá de las carreras, exhibiciones y desafíos vinculados a todo tipo de festejos y ya documentados a mediados del siglo XIX.
En el momento de la fundación de la federación, que coincidió con la constitución del Comi- tè Olímpic Català –otra organización pionera–, ya se habían celebrado cinco Juegos Olímpicos donde el atletismo destacó como deporte estrella. Países como Francia, Suiza, Inglaterra o Alemania ya contaban con su federación atlética desde finales del siglo XIX e Italia, desde un temprano 1906.
Aunque tampoco se entendería la creación de la Federación Atlética y el rápido desarrollo del atletismo catalán sin la aparición de las primeras figuras. Y entre ellas destaca la de Pere Prat, el primero y uno de los pocos ídolos de masas que ha dado este deporte. Un directivo del FC Barcelona, Miquel Giró, lo descubrió huyendo por piernas de dos carabineros y lo convenció para que participase en el festival atlético que cerró la temporada del FC Barcelona en julio de 1911 en el campo de la calle Indústria, una cita que pronto se convirtió en el gran acontecimiento atlético de Catalunya. A sus 20 años, Prat inició un ciclo de victorias en los desafíos que afrontaba cada fin de semana en el Parc de la Ciutadella que se alargó hasta su retirada en 1917. Una inoportuna lesión hizo que en su palmarés sólo figure un campeonato de Catalunya de cross, el de 1916, y uno de España, el que la prensa madrileña promovió antes de que existiese la Federación Española para llevar a Prat a Madrid.
El festival que cerraba la temporada del Barça se convirtió en una gran cita atlética catalana Pere Prat fue el primer ídolo de masas de este deporte con sus desafíos en la Ciutadella