Plebiscito global
La hermenéutica –el arte de la comprensión y la interpretación de los textos– ha entrado en la campaña del 27-S. ¿Qué dijo el martes el presidente Barack Obama ante el rey Felipe VI? Que los Estados Unidos quieren seguir manteniendo las relaciones que mantienen con una España “fuerte y unida”, en la literalidad de sus palabras “unificada”. Además de ese matiz, hubo un error de interpretación de la intérprete, valga la redundancia, ante lo cual, el ministro García-Margallo, exigió a los periodistas allí congregados que afinasen la hermenéutica. Pero como dijo Nietzsche no hay hechos sino interpretaciones y donde el Gobierno y los partidos del no y del depende lo ven más claro que el agua (zasca sideral de la Casa Blanca a los de sí), el presidente Mas –astuto– no se ha dado por aludido. En verdad, cuesta creer que Obama pudiera decir otra cosa –lo que habría puesto a la Catalunya actual en el lugar de Cuba en el aciago 98–; pero además, es cuestionable que la apelación a la España “unida”/ “unificada” tenga nada de gran triunfo diplomático. Si acaso, lo que se visualizó en Washington por boca de Obama fue la transformación de unas simples elecciones a un Parlamento autonómico español en un plebiscito por la independencia de Catalunya de interés global y dimensión galáctica.