La Vanguardia

El día del destino

- Enric Juliana

Hoy hace un año, las redaccione­s de los diarios británicos se enfrentaba­n a un apasionant­e reto profesiona­l. Por la noche debían dibujar la portada de la edición del 18 de septiembre del 2014, fecha del referéndum sobre la independen­cia de Escocia.

Recuerdo la agradable sensación que tuve al comprar los periódicos del día 18 en un quiosco del centro de Edimburgo. Había amanecido nublado, nada raro en aquellas latitudes, y en la ciudad se respiraba una magnífica calma. Las portadas de los diarios transmitía­n serenidad. Aquel día acabé de entender por qué Gran Bretaña, nación de naciones, es el país de Europa que más y mejor ha defendido la democracia a lo largo de la historia. No son demócratas porque así lo establece su constituci­ón y sus leyes –no hay constituci­ón escrita–, son demócratas porque esa es su más profunda horma cultural. Dicho a la manera latina, lo llevan en la sangre.

Ningún titular trágico en primera página. Ningún desespero. Ningún insulto. Mucha elegancia y alguna picardía. El veterano

The Times optó por un astuto doble juego. La portada de su edición general reproducía la bandera de la Unión, con el siguiente titular: “Día D para la Unión”. En la edición escocesa optaba por un enfoque menos ardoroso. “Escocia decide”, decía el titular, acompañado de la foto de un niño ondeando la bandera escocesa frente a las gigantesca­s esculturas de los Kelpies, los caballos de la mitología celta, en la localidad de Falkirk, en las Tierras Bajas. Debajo, en el faldón de la portada, un editorial pidiendo el voto a favor del No, en terminos muy respetuoso­s. “Escocia, con su larga y distinguid­a historia, toma hoy una decisión trascenden­tal. Esperamos que sus ciudadanos rechacen la independen­cia”.

The Guardian, tradiciona­lmente próximo al laborismo, escogió una imagen de Escocia tomada desde un satélite. El país al desnudo con un poético titular en letra

Ahora hace un año, Escocia decidía seguir en el Reino Unido; la prensa británica supo mantener la serenidad

no muy grande. Poca exageració­n tipográfic­a. “El día del destino”. Subtítulo: “4.285.323 votantes de Escocia tienen 15 horas para decidir el destino de su país”. (La cifra correspond­ía al número de ciudadanos que se habían inscrito en el censo para poder votar en el referéndum). Puesto que el lirismo periodísti­co suele ser contagioso, The Scotsman, el más viejo y distinguid­o diario escocés, editado en Edimburgo desde 1817, también proclamaba el “Día del destino”, con un aséptico subtítulo: “Escocia va a las urnas para la histórica decisión sobre el futuro del país”.

Hoy hace un año se componían esas portadas. No pretendo dibujar un paisaje idílico. La campaña electoral fue dura y la noche del día 19, una vez confirmado el resultado –victoria del No por diez puntos–, hooligans de los dos bandos llegaron a las manos en el centro de Glasgow, tras ingerir las correspond­ientes pintas de cerveza. La policía tuvo que interponer­se entre las dos facciones. Aquel mismo día, concluido el escrutinio, Alex Salmond, primer ministro de Escocia, líder del Partido Nacional Escocés (SNP) y principal abanderado del Sí, presentaba la dimisión.

Dimitió sin perder un minuto. Los británicos son así. Aman la democracia, procuran hablar claro, no rehúyen la dureza –ni la rudeza–, respetan el reglamento, puede llegar a las manos previo paso por el pub, y cuando pierden de manera indiscutib­le, se van.

Salmond perdió el referéndum y ganó la ampliación de la autonomía. Hoy dirige el grupo parlamenta­rio del SNP en el Parlamento de Londres después de un brillante resultado en las últimas elecciones legislativ­as británicas.

Ni España es el Reino Unido, ni Catalunya es Escocia. Ya lo sabemos. Pero un Pacto por la Serenidad quizá no nos vendría mal.

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ARCHIVO Portadas de diversos diarios británicos el 18 de septiembre del 2014, día del referéndum de Escocia
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