La Vanguardia

Septiembre en la Villa

- Julià Guillamon

La semana pasada abrió sus puertas en Madrid la exposición Leopoldo Pomés Flashback, que antes del verano se pudo ver en La Pedrera. Ha sido un septiembre un poco raro, porque el 3 estábamos montando y el 9 inaugurába­mos. La gente de la Sala del Canal de Isabel II –un antigua torre de aguas, con varios pisos, con puntos de fuga y múltiples perspectiv­as que le van muy bien a las fotos de Pomés–, nos trataron de maravilla. A pesar de ser los días que eran nadie comentó ni preguntó nada (igual hubiera sido interesant­e que preguntara­n algo) y como teníamos trabajo, yo tampoco saqué el tema en ningún momento. Estuvimos hablando del público y me dijeron que se empieza a notar cuando ponen los anuncios en el metro. ¿Anuncios en el metro? Será la primera vez que una de mis exposicion­es se anuncia en el metro en veinte años de comisario de exposicion­es. En Barcelona los presupuest­os han disminuido tanto que a nadie casi le pasa por la cabeza. Con lo que llegamos a esa situación tan enojosa: “Al que le interese ya lo buscará”, que es como decir que la cultura no forma parte de la esfera pública, no se dirige a todo el mundo sino solo a los que se interesan y buscan.

El día de la inauguraci­ón me presentaro­n al historiado­r de la fotografía Publio López Mondéjar. Le dije que le envidiaba cordialmen­te porque el año pasado publicó un libro (El rostro de las letras) con una idea que hace tiempo que me ronda por la cabeza: estudiar la evolución de la imagen del escritor. López Mondéjar toma como punto de partida los grabados románticos y acaba con la guerra civil. Elogié la parte catalana. Me contó que de joven formaba parte del grupo de estudiante­s que organizaro­n el famoso concierto que Raimon inmortaliz­ó en la canción Divuit de maig a la Villa. Publio le pasó de un coche a otro para que no le pillara la policia. También me explicó que coincidió con Quico Pi de la Serra en Edimburgo. Quico tiró la caña a unas chicas por la calle y le fue muy bien. Recordé que de jovencito yo también compraba discos de un cantautor madrileño que se llamaba Luis Pastor. Pero hace mucho de todo eso. No sé si gente más joven que Publio o que yo puede explicar historias parecidas. El libro lo autoeditó, pero después pudo montarse una exposición y la Comunidad de Madrid compró mil quinientos ejemplares, que son muchos ejemplares.

Al día siguiente expliqué la exposición a las chicas que se encargan de las visitas guiadas. Pasamos un buen rato mirando fotos y anuncios de Pomés. Me comentaron que les gustaba mucho, pero que a veces los referentes se les escapaban porque es muy catalán. Me lo dijeron frente a un retrato de Jaume Vallcorba y protesté educadamen­te: “Este señor es una de las figuras más importante­s de la edición española de las últimas décadas”. Muchas cosas que se hacen aquí con vocación española allí se ven como muy catalanas. A continuaci­ón cogí un AVE de esos directos y aún llegué a tiempo para salir a cenar en Barcelona.

“Al que le interese ya lo buscará”: es como decir que la cultura no forma parte de la esfera pública

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