La Vanguardia

Sergi Roberto

- Joan Josep Pallàs

Si las malas vibracione­s existen, ayer el Barça concentró un buen puñado. Debió ganar y no lo hizo, aunque lo mereció sobradamen­te, pero un chut a puerta logrado por Florenzi desde la Fontana di Trevi le dio el empate al Roma. Lo peor no fue eso, a fin de cuentas un punto fuera de casa para empezar tampoco está tan mal. Lo peor fue la lesión de Rafinha, que pinta grave cuando el fútbol del brasileño crecía con cada partido, y la sensación de que Ter Stegen está sufriendo una crisis de confianza, cuando de eso siempre pareció ir sobrado. Al alemán, por costumbre más valiente que temerario, le asaltan las dudas justo ahora que Bravo, su competenci­a, sigue en la camilla, lo que confirma que el funcionami­ento de la psique de los porteros siempre será un misterio por resolver.

De entre tanta mala fortuna sobresale victorioso Sergi

La suerte le dio la espalda anoche al Barça, pero al de Reus le sigue saliendo todo

Roberto, enrachado e inmunizado en los últimos tiempos ante cualquier contratiem­po. Tímido en todas sus temporadas precedente­s, el de Reus se ha creído el papel de lateral derecho y se ha destapado al fin. Apocado como interior, un puesto donde el error penaliza, es muy visible y tiene difícil arreglo, a un lado se siente más cómodo y no teme arriesgar, porque su zona queda orillada y su retaguardi­a protegida por el central derecho. Tener un carril prácticame­nte para él solo le ha liberado mental y físicament­e. Da la sensación de que su cuentakiló­metros necesitaba un despliegue de estas caracterís­ticas. Como centrocamp­ista a veces el campo se le quedaba corto. Ahora puede galopar prácticame­nte entre las líneas de fondo de ambas porterías. Es curioso. Alves no tenía competenci­a hace un año. Ahora están Aleix Vidal, calentando, y Sergi Roberto, opositando. Retomando las malas vibracione­s iniciales, ahí está Douglas, que lo tiene peor que antes y ya es decir.

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