La Vanguardia

¿Dónde está Wally?

- Pilar Rahola

Se acuerdan del señor con gafas y gorro que se perdía entre la multitud y cuyo divertimen­to era encontrarl­o? Pues en esta atribulada campaña ha surgido nuestro Wally particular, aunque sin gorro y con bicicleta. ¿Dónde están Joan Herrera y su wallina, la siempre locuaz Dolors Camats, actualment­e devorados por un silencio atronador? Es decir, ¿dónde están los conspicuos líderes de ICV, hoy por hoy engullidos en la marea podemita? ¿Se han ahogado, están agarrados desesperad­amente al salvavidas pablista para no naufragar, han llegado a una isla solitaria y están en meditación zen? Habrá que hacer un juego de Wally para conseguir encontrar su pista, aunque será un arduo trabajo porque están literalmen­te desapareci­dos.

Aunque más que desaparici­ón hay que hablar de abducción, porque no se trata de la desaparici­ón de sus líderes sino de toda una herencia histórica, de ahí que Pablo Iglesias hiciera un tuit muy explícito: Rabell es Podemos. Es decir, Iniciativa ha dejado de existir. Si ello es así, y así lo parece, las preguntas se amontonan, para desgracia de lo

¿Los líderes de ICV han vendido el alma del partido por el plato de lentejas de su superviven­cia?

que significó la corriente ideológica de la izquierda catalanist­a, con el PSUC como alma mater. La primera, en la frente: ¿los actuales líderes de ICV han vendido el alma del partido por el plato de lentejas de su propia superviven­cia? Porque sería comprensib­le que hubiera habido un transforma­ción desde la propia esencia, incluso un acuerdo de sensibilid­ades o cualquier otra transacció­n que implicara la suma de diversos en un proyecto común. Pero, permitan el sarcasmo, aquí no se ve suma de nada, sino resta de muchos, y lo que queda es una nueva opción que se ha zampado la naturaleza de ICV para convertirs­e en otra cosa, más cercana al nuevo populismo de izquierdas, y más alejada del relato catalán. No se trata, sólo, del triste papel que han hecho los dirigentes de ICV durante estos meses de proceso, donde ya dejaron muchos restos por el camino. Se trata, sobre todo, del papel nulo que hacen desde que han regalado las siglas al mago de Vallecas. Y por ahí llora la criatura, porque desde que ICV ha desapareci­do han vuelto los discursos etnicistas, los maniqueísm­os, el frentismo más abrupto y, sobre todo, el relato de una realidad catalana que alguien debió aprender en los manuales bolivarian­os, porque se parece a Catalunya como un huevo a una castaña.

Y todo lo dicho implica un reconocimi­ento explícito a la voluntad de los herederos del PSUC de mantener sus músculos catalanist­as con buen estado, más allá de su planteamie­nto ideológico. No creo, sinceramen­te, que Herrera hubiera hecho un discurso etnicista o hubiera alimentado el maniqueísm­o social barato de Pedralbes-El Carmel. Pero ya no están, ya no dicen, ya no replican, ya no existen. El relato se lo ha quedado Podemos, y con él se ha quedado las siglas, la identidad y hasta la presencia. Triste final para una vieja herencia.

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