La Vanguardia

“Hay muy poco publicado sobre mí y quiero que siga así”

Tengo 46 años. Nací en Casablanca (Marruecos) pero soy francesa y me crié en Francia. Vivo en Touraine, en el campo. Me separé y me he vuelto a casar recienteme­nte. La avalancha de migrantes es un tema que me ha hecho reflexiona­r. Soy atea pero creo en la

- VÍCTOR-M. AMELA IMA SANCHÍS LLUÍS AMIGUET IMA SANCHÍS

Cuál cree que es la urgencia política? No me gusta hablar de temas en los que no soy experta. Pero algún criterio tendrá… El flujo de emigrantes parece que está abriendo los ojos a la gente, de repente es una llamada a lo real, tomamos conciencia de que hay guerra por todas partes.

¿Alguna reflexión? La guerra es uno de los fundamento­s de la especie humana y explica la violencia y la destrucció­n que hay en nosotros.

¿Cómo se ha forjado su sensibilid­ad? En los libros y en el campo, esa ha sido mi auténtica formación. Y cuando fui un poco mayor, el arte. Mi padre era pintor y músico aficionado.

Si lo suyo siempre fue la literatura, ¿por qué estudió Filosofía? Aún me lo estoy preguntand­o, quizá porque no quería hacer lo mismo que mis padres, ambos profesores de literatura, pero fue un error porque no tengo espíritu analítico ni científico.

Pues durante años ha sido profesora de Filosofía en una pequeña ciudad. Eso demuestra las vueltas que da la vida.

¿Cuál es su filosofía de vida?

Si lo supiera, no escribiría novelas.

¿Es usted una mujer erizo? En parte sí, no me gusta la vida pública. Hay mucho en común entre esa portera sabia protagonis­ta de La elegancia del erizo y yo. Hay mucho inconscien­te en lo que escribo. Podría contestarl­e con elementos más personales, pero no quiero hacerlos públicos.

Pero sí me puede explicar esa necesidad de vivir aislada. La elegancia del erizo cambió totalmente mi vida. Llevaba una vida austera y cerrada, y de repente se abrieron muchas posibilida­des. Recuerdo el comentario de una librera: “Este libro se ha escrito en una habitación cerrada”.

Tras el éxito y con el dinero ganado se fue con su marido a Tokio. Sí, era un sueño común.

Volvieron a Francia para divorciars­e. ¿El éxito le ha hecho daño? No quiero hablar de eso, pero el hecho de estar de repente bajo los focos y descubrir que esa actividad tan íntima de escribir se convertía en algo público me intimidó.

¿Qué ha entendido de la vida? El éxito no enseña nada, lo enseña escribir libros.

…O tampoco. Cuando hay éxitos de ventas a este nivel es que pasa algo con el libro ajeno a la manera de escribir… No sé lo que ha ocurrido y tampoco quiero saberlo porque no quiero que me influya.

La elegancia del erizo presenta reflexione­s filosófica­s desde Marx hasta Husserl…. Las que más me interesan son las que tienen que ver con el arte, y eso es lo que quiero contar: la gloria de la naturaleza y el hecho de que el arte nos pueda embelesar.

Tal como está el mundo en estos momentos el arte parece algo superfluo... Es la historia de la humanidad: todo son guerras, destrucció­n, violencia, y al mismo tiempo alguien hace arte. Yo tengo sobre mi mesa una estatuilla etrusca, una diosa de la fecundidad. Y me pregunto qué sintió esa persona al hacerla, a qué necesidad responde. Tal vez era un artesano que hacía muchas diosas de la fecundidad para su comunidad. En todo caso, también cuenta muchas cosas sobre la especie humana, tanto como la tragedia de la destrucció­n.

¿De dónde sale su última novela, La vida

de los elfos? De muchas influencia­s. Japón en primer lugar: su estética es digna de elfos.

Nunca hubiera asociado elfos con Japón. Lo asocié en los jardines de Kioto, donde tienes una sensación de perfección y de pureza. Son jardines muy intervenid­os y los elfos son amigos de lo salvaje. La estética japonesa busca recrear la esencia de lo natural y pensé que los elfos podían haber creado jardines como esos. De todas formas, yo creo en el poder de la ficción.

¿Ha investigad­o sobre los elfos?

No, nunca hago investigac­iones.

¿A qué campo se ha ido a vivir usted? Al valle del Loira, allí viví de los 7 a los 18 años. El clima es suave, la luz magnifica, y el vino bueno. ¿Qué merece la pena en la vida?

El amor en todas sus formas.

¿Ha decidido no tener hijos?

Nunca quise tener, pero no le contaré por qué.

¿Sus padres viven? Murieron hace tiempo. Hay muy poco publicado sobre mí y quiero que siga así.

Aparte del arte, la literatura y el campo, ¿qué le ha construido de verdad?

Hay poco más en mi vida.

Dígame qué libro le ha marcado. Guerra y paz, que leí con 12 años.

¿…?

No entendí nada pero lo adoré.

¿Qué busca usted? Máximo de belleza y ganar las batallas conmigo misma.

¿Cuáles son esas batallas?

Escribir, y todo lo demás es personal.

No pretendo que me cuente su vida, sólo quiero su inteligenc­ia y su sensibilid­ad… Me incomoda hablar de mí misma, son preguntas demasiado profundas que no tengo por costumbre responder.

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LUIS TATO
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