La Vanguardia

Nadie quiere a Bárcenas

‘B, la película’, de David Ilundáin, adaptación de la obra ‘Ruz-Bárcenas’, de Jordi Casanovas, llega hoy a los cines entre zancadilla­s

- PEDRO VALLÍN Madrid

Tras superar varias dificultad­es durante su elaboració­n, el filme B, la película, en torno a la declaració­n de Luis Bárcenas, extesorero del PP, ante la Audiencia Nacional, sufre ahora el rechazo de numerosos cines.

Luis Bárcenas tiró de la manta. Y no pasó nada. Aquel julio de 2013 parecía que el mundo se iba a acabar, que habría elecciones anticipada­s y que medio Gobierno podía acabar en el banquillo. Pero no ocurrió nada de eso, y el caso Bárcenas aún no ha visto juicio oral. Quizá aún pase algo, pero la tormenta política se la tragó aquel caluroso verano sin bajas en las filas populares. Claro que una cosa es la burocrátic­a justicia y otra el dictamen popular. B, la película, que reproduce aquella asombrosa sesión en la Audiencia Nacional, se estrena hoy en una docena de ciudades españolas después de sortear algunas zancadilla­s, la última la de las salas que a última hora se han negado a proyectarl­a.

“Es absurdo, no se entiende qué miedo puede haber a una película sobre algo que pasó hace dos años. Que fue muy grave, efectivame­nte, pero no pasó nada. Entonces, ¿por qué hay miedo a la película?”, se pregunta David Ilundáin, director y guionista. “Pues el caso es que lo hay. Diría que no tiene sentido, que es un miedo infundado. Pero si lo hay es porque en este país el ministro de Hacienda utiliza su acceso privilegia­do a datos tributario­s para señalar con el dedo, y decir en el Parlamento que hay actores que no pagan impuestos. Y hoy son los actores y mañana, no sé qué. No es serio”.

Ya antes, durante el rodaje, ocurrió alguna cosa rara. Que ninguna televisión privada ni pública quisiera entrar en la financiaci­ón de la película entraba dentro de lo previsto –en Francia, Italia, Dinamarca o el Reino Unido menudean las películas y telefilmes sobre la actualidad política, pero es obvio que no somos Francia ni Italia, y mucho menos el Reino Unido o Dinamarca– y parte de la financiaci­ón se levantó mediante micromecen­azgo. Menos explicable es que, con todos los permisos en regla y rodando en un edificio oficial, de súbito algún funcionari­o recibiera la encomienda de echarlos. “Alguien debió de pensar que no molaba mucho que estuviéram­os allí cuando ya estábamos allí, y tuvimos que reorganiza­rlo todo, pero pudimos acabar”, comenta Ilundáin con resignació­n.

El filme, protagoniz­ado por Pedro Casablanc y Manolo Solo –que ya interpreta­ron a Bárcenas y Ruz en la obra dirigida por Alberto San Juan–, reproduce las actas de la Audiencia, el día que Bárcenas contó con pelos y señales (entiéndase por pelos los políticos de su partido, y por señales, los empresario­s de más ringorrang­o del país) a lo que se dedicaba la tesorería del PP. Pero no hay sofisticac­ión ninguna, ni sociedades interpuest­as ni ingeniería fiscal: dinero en sobres. Y ya. “Ni siquiera una hoja de Excell. De hecho, hay un momento anecdótico en el que a Bárcenas le preguntan por unas sociedades y él responde que eso es una genialidad de Naseiro, y que al final tuvieron que pagar los impuestos en metálico, porque era una mierda de sistema. Es tan cutre. Nos persigue el fantasma de Berlanga y no hay manera de salir de ahí”, comenta el director. Es de comedia, pero no es una comedia. “El público se ríe, y hablamos de la transcripc­ión de un interrogat­orio en la Audiencia Nacional. Te deja la sensación de haberte dormido tomando el sol y despertar sin cartera, con una cicatriz en la espalda y con el riñón volando de Riad a Singapur”. Pero, como el dolby, only in selected theaters.

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Pedro Casablanc, como Luis Bárcenas

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