La Vanguardia

Influir en el país vecino

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La crisis griega nos recuerda que la independen­cia no da (necesariam­ente) la felicidad, no garantiza la bonanza económica, ni permite que los países hagan lo que quieran. Grecia no pudo hacer lo que quería, pero Alemania tampoco; se ha visto obligada a prestar una enorme cantidad de dinero.

Seguro que las condicione­s habrían sido bastante más favorables para el pueblo griego si hubiera treinta diputados griegos en el Parlamento alemán y un par de ministros griegos en el Gobierno alemán. Pero no los hay.

Después de la independen­cia, seguirá habiendo un Parlamento español y un Gobierno español. Y sus decisiones seguirán afectando de alguna manera a Catalunya. Pero los catalanes ya no tendremos voz ni voto en ellos.

¿Que sería mucho mejor poder enviar diputados al Parlamento alemán? No tengo duda. Incluso al francés. Pero, puesto que no nos dejan, ¿por qué renunciar a la única oportunida­d que tenemos de influir en la política de un país vecino?

CARLOS GONZÁLEZ

Barcelona

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