La Vanguardia

La hipnosis de Amenábar

El director de ‘Los otros’ abre Zinemaldia con un filme sobre el poder de la sugestión

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La tribu necesita tanto más de hechiceros cuanto más abrazada al miedo y los atavismos vive. Doblando el argumento sobre sí mismo, el poder del sacerdote no descansa tanto en el dominio de un poder y un lenguaje arcanos como en el grado de atavismo y aprensión de sus congéneres. Regresión, sexta película de Alejandro Amenábar, abría anoche ese melón y la sección oficial –fuera de concurso– del Festival de San Sebastián ante el gesto torcido de la concurrenc­ia. Aplausos corteses. La nueva película del director de Los otros (2001) y Ágora (2009) –títulos con los que guarda una hermandad íntima esta cinta– se inscribe en una serie de títulos sobre el poder y los efectos de la

DEBATE INTELECTUA­L En el filme se baten la fe, el escepticis­mo y el híbrido insano de ambos: la pseudocien­cia

creencia en la sociedades seculariza­das, tales como Luces rojas (2012), de Rodrigo Cortés, o La caza (2012), de Thomas Vinterberg, de los que es sin duda obra cumbre Prisionero­s (2013), de Dennis Villeneuve, y entre los que también podemos contar la añorada primera temporada de True detective (2013).

Basada en una historia real, Regresión arranca cuando la joven Angela (Emma Watson) huye de su familia y se refugia en la parroquia. El sacerdote avisa a la policía, y las pesquisas del detective Bruce Kenner (Ethan Hawke), afloran la certeza de un comportami­ento impropio de su padre, un hilo del que va brotando toda una trama relacionad­a con el satanismo, las misas negras y los sacrificio­s humanos. Kenner cuenta con el asesoramie­nto científico del psicólogo Kenneth Raines (David Thewlis), quien practicará la hipnosis regresiva (a la que alude el título) a los implicados para desenmarañ­ar el asunto.

Amenábar, que firma en solitario el guion, regresa aquí al universo intelectua­l que abordó en Ágora, en la que cargaba sin miramiento­s contra la fe como regla rectora de los comportami­entos y la comprensió­n del mundo. El detective Kenner desempeña el diletante papel del escepticis­mo frente a unos parroquian­os observante­s de la fe cristiana, y un psicólogo, Raines, que encarna el amplio abanico de disciplina­s que hoy adoptan los propósitos y el lenguaje científico­s –añadan sus prácticas de hipnosis regresiva a las mil y un terapias y ciencias alternativ­as (a la medicina científica) que hoy se publicitan en nuestras calles, de la acupuntura a la grafología– sin practicar sus principios epistemoló­gicos y con la aspiración de cubrir una demanda que la vetusta fe no atiende. Una memorable escena

FRÍA ACOGIDA ‘Regresión’ no colmó las expectativ­as de un retorno tan esperado como el de Amenábar

hermana los rotundos fracasos del sacerdote y del hipnotizad­or, no ya para acercarse a la verdad, sino siquiera para proporcion­ar consuelo a la inquieta comunidad rural, aterrada y escandaliz­ada ante las funestas prácticas de los adoradores del diablo.

Al tiempo, Regresión, y aquí es donde la película bebe de lo aprendido por Amenábar en su obra maestra Los otros, aborda los mecanismos de la construcci­ón del relato –el espectador es un trasunto del detective, y a uno y otros se proporcion­a exactament­e las mismas dosis de informació­n para que vayan tejiendo el tapiz fúnebre que todo lo envuelve– y de la suspensión de in- credulidad que operan en el cine, pero también se detiene en el modo en que se conforma una certidumbr­e en una comunidad y los mimbres sobre los que lo hace. Sin duda, ese discurso, ese propósito, es lo más sugerente de este esperado estreno del director ganador del Oscar por Mar adentro, que no despertó un entusiasmo parejo al acontecimi­ento que supone su vuelta a la dirección.

“Quería volver a ese tipo de thrillers de los setenta, tipo Pakula, Lumet...”, señalaba ayer el cineasta, enseñando sus cartas, al tiempo que confesaba que Todos los hombres del presidente (1976) había sido su principal fuente de inspiració­n y que Zodiac (2007), de David Fincher, fue el lugar de encuentro de su primera conversaci­ón con Ethan Hawke para ofrecerle el papel.

Frente a las películas citadas al comienzo y con las que guarda estrecho parentesco esta Regresión, el título de Amenábar padece de flaquezas en el despliegue de su trama pues su envoltorio en la gasa del género no logra ocultar las calvas que permiten entre-

ver el mecanismo. Es paradójico que el defecto, en este sentido, sea justo antitético de lo que vimos en Los otros, cuando el estreno de El sexto sentido (1999), de M. Night Shyamalan, lo obligó a reescribir el libreto para borrar las huellas de su giro final y mantener intacto el sortilegio pretendido. Para un sector de la prensa, los elaborados diálogos en los que los distintos personajes encarnan diferentes aproximaci­ones al conocimien­to del mundo –el escepticis­mo, la fe y el híbrido de ambos, la pseudocien­cia– resultaban demasiado discursivo­s y explícitos y este atributo, junto a cierta previsibil­idad, desembocan en falta de sutileza, pecado capital tratándose de suspense contemporá­neo. Pero no conviene dra- matizar, y medir la película con la exigente vara de las expectativ­as, pues eso nos llevaría a perder de vista los muchos atributos del filme, como las interpreta­ciones de Ethan Hawke, Emma Watson y, sobre todo, David Thewlis, y el delicado acabado visual de una película húmeda, destemplad­a, de luz mortecina e intemperie moral.

A fin de cuentas, quizá Amenábar haya fallado como hipnotizad­or –sabrán perdonar esta tentadora alegoría– al no lograr transporta­rnos a las añoradas sesiones cinematogr­áficas en que descubrimo­s su incontesta­ble talento, pero conserva la capacidad sugestiva de una voz que repite, como una suave letanía, que debemos mirar al péndulo. Aunque lo que acabemos viendo tenga poco que ver con lo que ha ocurrido y descanse sobre el poderoso bastidor de nuestras ilusiones.

FUENTES Amenábar señaló los thrillers de Pakula y Lumet de los setenta como inspiració­n

ACTORES Lo mejor de la función son Ethan Hawke, Emma Watson y, sobre todo, David Thewlis

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 ?? JAVI ETXEZARRET­A / EFE ?? Honores deestrella. La 63.ª edición del Zinemaldia donostiarr­a cedió el protagonis­mo absoluto de su jornada inaugural al esperado retorno a la dirección del cineasta Alejandro Amenábar tras seis años de silencio creativo
JAVI ETXEZARRET­A / EFE Honores deestrella. La 63.ª edición del Zinemaldia donostiarr­a cedió el protagonis­mo absoluto de su jornada inaugural al esperado retorno a la dirección del cineasta Alejandro Amenábar tras seis años de silencio creativo

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