Los riesgos cardiacos de la lectura
Publicado por vez primera ‘Noches de adrenalina’, mítico poemario de la peruana Carmen Ollé que sedujo a Bolaño
Alo mejor muchos de ustedes no saben quién es Carmen Ollé (Lima, 1947). Pero vayan, vayan a preguntarlo por los cenáculos poéticos de América Latina, y, entre las brumas de esas catacumbas donde se declaman versos y se sirven copas en Buenos Aires, Ciudad de México, Bogotá o Santiago encontrarán a jóvenes que les recitan de memoria fragmentos de Noches de adrenalina, libro editado en Lima en 1981 y cuyo contundente mensaje salta de una generación a otra, habiéndose convertido en un referente. Como dijo el otro día en la librería La Calders la profesora de la UB Dunia Gras Miravet, “supuso una ruptura” e “inauguró la tradición de toda una nueva generación de mujeres que escriben no sólo con el cuerpo, sino con las vísceras: el útero, los ovarios, los intestinos, el cerebro”.
El libro fue escrito, del modo que fuera, a finales de los años setenta y principios de los ochenta en tres ciudades: Barcelona –con el boom recién emigrado–, Menorca y finalmente París pero, a pesar de ello, jamás se había publicado en España... hasta esta semana.
Uno no puede evitar ver a los editores del poemario, Ediciones Sin Fin, como los amigos de Bolaño, no solo porque lo han sido y mucho (el poeta más alto de esta ciudad, Bruno Montané Krebs, escribió a cuatro manos con él, fundaron el infrarrealismo juntos y hasta aparece como personaje en algún libro), sino porque, repasando el catálogo de este exquisito y alternativo sello, uno ve a muchos de aquellos autores que, a pesar de resultar desconocidos o problemáticos para el gran público, Bolaño usó su prestigio para reivindicar, como el argentino Osvaldo Lamborghini (cuyo El fiord deja al realismo sucio como un ejercicio de patio de ursulinas). El primer volumen publicado por la editorial, en el 2012, y de donde toman el nombre, es Sueño sin fin, del tercer padre infrarrealista, Mario Santiago Papasquiaro.
Montané trató personalmente a Ollé en su paso por Barcelona: “Sí, junto con Roberto los vimos aquí, a ella y su marido, el poeta Enrique Verástegui, luego nos recuerdo buscándola por Menorca –tal vez la encontramos– y, más tarde en París, viajaban con su hija Vanessa”. De hecho, en el libro, apunta Gras, “narra esa experiencia dramática: ser escritora, vivir con un escritor y ser padres al mismo tiempo. Trata el tema de la maternidad pero no de una forma idílica o candorosa, sino la parte que no se cuenta, no es la mujer acunando al bebé, sino los pañales sucios y el olor de la caca”.
La pareja de poetas disfrutaba de una beca Guggenheim y se desplazaba de una ciudad a otra mientras el estipendio se acababa. “Eran de clase media, culta, pero ella conoció a fondo los sinsabores de la vida de emigrante: en París tuvo que hacer de mujer de limpieza para subsistir”, recuerda Montané, para quien Ollé “expresa los cambios sociales de los años setenta a través del cuerpo, y su desnudez autobiográfica es impresionante”. Hay axilas, cicatrices de la cesárea, vello en las piernas, un diente perdido... “Es un retrato corporal de la sociedad de la época”, señala la otra editora, la argentina Ana María Chagra. “Cruza los géneros, su poesía es muy narrativa e incluso introduce en ella una pequeña obra teatral” o juegos tipográficos o miniensayos, advierte Gras.
La profesora Sylvia Miranda, amiga personal de Ollé, confirma el escándalo que el libro causó “en la Lima pacata y prejuiciosa de aquella época” y destaca sobre todo la influencia de Georges Bataille y la de la misma calle, pues la autora “fue seducida por la vida marginal, los pobres, los acholados, rozando lo lumpen... aquel le parecía un mundo auténtico”.
“Fue atraída por la vida marginal, los pobres, los acholados, lo lumpen... le parecía un mundo auténtico”
¿Ejemplos? “Tener 30 años no cambia nada salvo aproximarse al ataque / cardiaco o al vaciado uterino. Dolencias al margen / nuestros intestinos fluyen y cambian del ser a la nada”. O también: “¿Por qué el psicoanálisis olvida el problema de ser o no ser // gorda / pequeña / imberbe / velluda / transparente // raquítica / ojerosa...?”.