Un Toni Kukoc para Aíto
Cuando Pau Gasol recaló en el FC Barcelona con 16 años pronto vi que era una apuesta segura, aunque arriesgada. Sobre todo después de firmar un mal primer año. A punto de coger las riendas del júnior de segundo año donde iba a jugar el de Sant Boi pedí a mi amigo Ángel Pardo, entonces seleccionador de su categoría, que se lo llevase al Europeo. De entrada me dijo que no, que era un jugador que no había rendido en su equipo, aunque logré convencerlo prometiéndole que esa próxima temporada yo sí lo haría jugar.
Así es como debutó Pau con aquella selección y cómo despertó entre los ojeadores de la NCAA el interés que no parecía tener en el baloncesto formativo español. Hasta el punto de que al regreso me llamó para decirme que había decidido fichar por una universidad de Estados Unidos. “Al primer equipo del Barça no llegaré, he decidido irme”, me dijo. Tuve una larga conversación con él –sin sus padres– por las calles de Sant Boi, le expliqué por qué había ido a la selección y le pedí que confiase en mí, porque probablemente sólo se habían fijado en él por la altura, ya que dispuso de pocos minutos y sus números no fueron llamativos. Lo hizo y en su primer partido conmigo anotó 37 puntos.
Pero Pau seguía sin convencer y cuando jugaba en el filial tuve que presentarme con él en un entrenamiento del primer equipo para que Aíto se fijase en él. No lo acabé de convencer yo, lo hizo el mismísimo Sasha Djordjevic, presente en aquella sesión, cuando soltó: “Has traído a Toni Kukoc”.