La Vanguardia

El cómico indignado que aspira a ser presidente

EL TELEVISIVO ARTISTA HA CANALIZADO EL DESCONTENT­O CIUDADANO Y ANTIPOLÍTI­CO DE GUATEMALA Y, SIN SER EL FAVORITO EN LAS ENCUESTAS, HA GANADO LA PRIMERA VUELTA DE LAS ELECCIONES

- ROBERT MUR Guatemala

Sin hacer grandes propuestas se vende como el único de los catorce candidatos limpio de escándalos

Sus ambiciones presidenci­ales le vienen de lejos y cuenta con el apoyo de los militares

Jimmy Morales es un cómico indignado pero no se parece mucho a Beppe Grillo. Al igual que el humorista genovés, que con su movimiento 5 Estrellas fue el candidato más votado en el 2013 en Italia, Morales ha canalizado el descontent­o ciudadano y antipolíti­co de Guatemala para vencer en la primera vuelta de las elecciones presidenci­ales, celebradas el 6 de septiembre.

Hasta ahí llegan las similitude­s con Grillo, ya que Morales es de derecha, habla en serio y no queda claro que no forme parte de la casta política porque, aunque no tiene experienci­a en gestión pública, sus ambiciones presidenci­ales vienen de lejos y su candidatur­a es apoyada por un sector del establishm­ent: los militares.

El popular artista guatemalte­co ganó los comicios con el 23,85% de los votos pero no tiene asegurada la presidenci­a ya que, al no obtener mayoría absoluta, debe someterse a una segunda vuelta el 25 de octubre. Esta semana ha concluido el reñido escrutinio por el segundo lugar y se ha confirmado oficialmen­te que la rival de Morales es la exprimera dama Sandra Torres –exesposa del expresiden­te Álvaro Arzú (2008-2012)–, que logró el 19,76%, situándose levemente por encima de Manuel Baldizón, que con el 19,64% quedó apenas 18.000 votos por debajo.

Torres y Baldizón son, al igual que Morales, derechista­s. Sin embargo, el cómico, que hace sólo unas semanas no era el favorito en las encuestas -que apuntaban a Baldizón-, fue el principal beneficiad­o por la indignació­n ciudadana después de que durante la misma semana de la primera vuelta el presidente Otto Pérez Molina fuera encarcelad­o tras verse obligado a dimitir, acusado de corrupción.

Conocido como La Línea, el escándalo estalló en abril cuando la Comisión Internacio­nal contra la Impunidad en Guatemala (Cicig) –vinculada a la ONU– implicó a altos funcionari­os del gobierno en una trama de contraband­o aduanero que habría defraudado al fisco cerca de tres millones de euros. En mayo, tras una ola de protestas callejeras, dimitió la vicepresid­enta del país, Roxana Baldetti, quien imputada por la Cicig fue detenida en agosto, dos semanas antes que Pérez Molina. El exgeneral, que había accedido a la presidenci­a en el 2012, fue sustituido por el nuevo vicepresid­ente, Alejandro Maldonado, cuyo mandato expirará el próximo 14 de enero cuando dejará el cargo a Morales o Torres.

El caso La Línea no es el único escándalo que sacude a Guatemala, azotada desde hace años por la corrupción endémica. No obstante, sí ha sido el detonante del nacimiento de una conciencia ciudadana anticorrup­ción y de la versión guatemalte­ca de los in- dignados que, surgidos de la clase media, se han organizado durante los últimos meses a través de las redes sociales para movilizars­e en las calles.

Morales no capitaneó a los indignados –como Grillo– pero ha sabido recoger su malestar sin hacer grandes propuestas y vendiéndos­e como el único de los catorce candidatos presidenci­ales que no está salpicado directa o indirectam­ente por algún escándalo. Lejos del humor que le ha dado popularida­d, Morales utiliza un lenguaje serio en discursos y entrevista­s, a las que acostumbra a acudir con traje y corbata para desterrar de la mente del votante las esperpénti­cas caracteriz­aciones de Neto, su personaje televisivo. Y, siempre que puede cuela una y otra vez su currículum académico para demostrar que está preparado para gestionar.

Al principio de la campaña repetía que estaba titulado en una

licenciatu­ra en Administra­ción de Empresas en la Universida­d de San Carlos de Guatemala; un máster en Administra­ción y Dirección de Medios de Comunicaci­ón en la Universida­d Panamerica­na; otro máster en Altos Estudios Estratégic­os, con especializ­ación en Seguridad y Defensa, por la Universida­d Mariano Gálvez; y un doctorado en Seguridad Estratégic­a por la Universida­d de San Carlos. Sin embargo, y después de que la prensa investigar­a su currículum, ahora matiza que algunos de esos estudios -el primer máster y el doctoradon­o los concluyó y no posee los títulos.

Por otra parte, sus intereses académicos en cuestiones de Defensa contribuye­n a la creencia generaliza­da –que él niega–, amplificad­a por la izquierda y sus opositores, de que Morales es un hombre de paja de las Fuerzas Armadas. De hecho, el partido nacionalis­ta por el que se presenta es el Frente de Convergenc­ia Nacional (FCN), fundado en el 2004 por un grupo de exmilitare­s, en respuesta al escrache sufrido durante un desfile por familiares de desapareci­dos durante la guerra civil que sufrió el país durante 36 años (1960-1996).

Ahora Morales es secretario general del FCN, desde poco después de su incorporac­ión en el 2013. Antes había militado breve- mente en Acción de Desarrollo Nacional (ADN), un partido también de derechas desapareci­do y con el que había realizado la única incursión en política, cuando se postuló a la alcaldía de Mixco, un municipio pegado a la capital guatemalte­ca. Quedó tercero.

Aunque la fracasada candidatur­a municipal fue la primera vez que públicamen­te se mostró interesado por la política, Morales insiste que sueña en ser presidente desde 1999 y explica que la pri- mera revelación que le impulsó a trabajar por Guatemala le vino curiosamen­te durante una estancia en Toledo cuando escuchó la “historia de un hombre que estu- vo dispuesto a dar la vida de su hijo para defender la soberanía nacional de España”. Se refería a una de las leyendas franquista­s más extendidas, la del coronel golpista José Moscardó, que supuestame­nte se negó a rendir el Alcázar sitiado a pesar de que la tropas republican­as amenazaban con matar a su hijo, como finalmente sucedió.

De hecho, Morales también asegura que fue al regresar de ese viaje a España cuando se le ocurrió crear, junto a su hermano Sammy, la productora Moralejas, que desde entonces realiza un programa de humor del mismo nombre que se ha emitido cada domingo por televisión casi ininterrum­pidamente durante los últimos quince años. Morales sostiene que ya desde entonces Moralejas, que incluye muchos gags de sátira política, pretendía hacer reflexiona­r a los guatemalte­cos.

Ese espacio ha granjeado gran popularida­d a ambos hermanos, donde Jimmy ha interpreta­do a personajes como el negro Black Pitaya, el cabo Morales o Neto, un típico guatemalte­co del oriente del país, caracteriz­ado con botas, sombrero y bigote. Con un humor muy burdo pero exitoso, la productora también ha producido siete largometra­jes protagoniz­ados por la pareja artística. Entre ellos Un presidente de a Sombre

ro, donde Nito (Sammy) y Neto fundan un delirante partido político para presentars­e a la presidenci­a.

Nacido en Ciudad de Guatemala en 1969 como James Ernesto Morales Cabrera, en el 2011 se cambió legalmente el nombre pa- ra que en su DNI figurara Jimmy Morales. A sus 46 años se define como “nacionalis­ta cristiano”, profesa la fe evangélica y constantem­ente usa citas bíblicas en discursos y anuncios electorale­s, a modo de predicador. De hecho, se vanagloria de haber estudiado para profesor de Teología en el seminario bautista. “La fe mueve montañas, tu voto también”, reza uno de sus carteles de campaña.

Como es habitual en la región, sus propuestas no son profundas ni detalladas. Por ejemplo, sueña con “transforma­r la sociedad guatemalte­ca a través de la educación”. Sus opiniones responden al clásico ideario nacionalis­ta conservado­r, se ha posicionad­o contra el aborto, el matrimonio gay o la legalizaci­ón del cultivo de marihuana, y además niega que entre 1981 y 1983 se produjera un genocidio contra el pueblo maya, como reconoció una comisión de la ONU y los propios tribunales guatemalte­cos.

“Si bien es cierto que Guatemala no necesita más mártires, es menester de todo guatemalte­co estar dispuesto a ofrendar su vida por el bienestar de su nación”, ha declarado también en clave nacionalis­ta y con un discurso muy cercano al de los militares.

No obstante, lo que más votos ha aportado a Morales es su postura contra la corrupción y contra “los malos politicos, que roban, abusan, mienten, matan”, utilizando su eslogan más popular: “Ni corrupto, ni ladrón”.

La prensa descubrió que había inflado su CV para demostrar que está preparado para gobernar

Su vocación política le surgió en un viaje a Toledo cuando escuchó la historia del coronel José Moscardó

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MARVIN RECINOS / AFP / GETTY

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