El Papa y los “rostros silenciados”
La firme defensa de los inmigrantes es uno de los hilos conductores de la visita de Francisco a Estados Unidos
El mexicano Roberto Carlos Policarpo Saliano –así se presenta, con su nombre completo– lo tiene muy claro: “No me arrepiento. Aquí estoy y de aquí no me voy”. Este obrero de la construcción, de 40 años, caminaba ayer por el centro de Filadelfia, con 11 familiares, llegados todos desde Carolina del Norte –a ocho horas de coche– para ver al papa Francisco. Saliano se refería a su vida en Estados Unidos, como inmigrante indocumentado, desde que cruzó la frontera por el desierto de Arizona, hace ya 19 años.
“Donald Trump –el magnate y aspirante presidencial republicano– no debería opinar porque no tiene corazón”, afirmó Saliano. “Su familia también fue inmigrante –agregó–. Los que los que son de aquí, los indios, tienen la piel morena como nosotros. Sin nosotros Estados Unidos no sería nada. Hacemos funcionar ese país. A veces es duro pero aquí uno tiene mejor vida y siempre hay que pensar en el futuro de los hijos”.
Un hilo conductor de la visita de Francisco está siendo la firme defensa de los inmigrantes. Como primera frase, en su discurso ante el presidente Barack Obama, en los jardines de la Casa Blanca, recordó a su familia inmigrante. Y luego canonizó a fray Junípero Serra, el evangelizador de California, una señal de que el origen de la nación no sólo deriva de la influencia anglosajona y protestante sino también católica e hispana.
El jueves por la tarde, en la misa en el Madison Square Garden, en Nueva York, Jorge Mario Bergoglio hizo una reflexión sobre la vida en las grandes ciudades, las cuales “esconden el rostro de tantos que parecen no tener ciudadanía o ser ciudadanos de segunda categoría”. “En las grandes ciudades, bajo el ruido del tráfico, bajo el ritmo del cambio, quedan silenciados tantos rostros por no tener derecho a ciudadanía”, aseguró el Papa. También habló el Pontífice de otros marginados que no disponen de seguro médico o que han perdido su casa y viven en la calle. “Se convierten en parte de un paisaje urbano que lentamente se va naturalizando ante nuestros ojos y especialmente en nuestro corazón”. agregó.
Ayer, en Filadelfia, la primera capital de Estados Unidos, la ciudad
El Pontífice pide a los inmigrantes, en Filadelfia, que “no se se avergüencen nunca de sus tradiciones”
de Benjamin Franklin, el Papa mantuvo un encuentro con inmigrantes en un lugar muy emblemático de la historia, el Independence Mall, el parque en el que están edificios en los que se declaró la independencia y se elaboró la Constitución.
Fue una ocasión ideal para remachar sus argumentos. “Entre nosotros, hoy, hay miembros de la gran población hispana de América, así como representantes de inmigrantes recién llegados a EE.UU. –dijo Francisco–. Saludo a todos con especial afecto. Muchos de ustedes han emigrado a este país con un gran costo personal, pero con la esperanza de construir una nueva vida. No se desanimen por los retos y dificultades que tengan que afrontar”. Francisco les pidió que valoren lo que han aportado a la nación y les instó a que “no se avergüencen nunca de sus tradiciones”. “No olviden las lecciones que aprendieron de sus mayores, y que pueden enriquecer la vida de esta tierra americana –insistió– Repito, no se avergüencen de aquello que es parte esencial de ustedes”.
Siempre atento a lo social, Francico retomó el tema de la deficiente sanidad, debida a “un sistema que no logra tomarlos con seriedad, alargando el dolor y sometiendo a estas familias a grandes sacrificios”. Ese fue, de nuevo, un severo tirón de orejas al país anfitrión por unas carencias que, pese a su poderío económico, no consigue colmar.