La Vanguardia

Las aperturas de Bergoglio irritan a los católicos conservado­res de EE.UU.

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No todo son halagos para Francisco durante su actual visita a Estados Unidos. Entre muchos católicos conservado­res hay confusión y perplejida­d –cuando no abierta irritación– por algunas de las posiciones flexibles del Papa en temas morales y por sus planteamie­ntos en materia de economía y de medio ambiente. La prensa estadounid­ense refleja estos días con profusión estas resistenci­as. A la derecha católica norteameri­cana le cuesta mucho aceptar que el Papa, por ejemplo, haya simplifica­do y abreviado el procedimie­nto de nulidad matrimonia­l, o que hubiera dicho, al inicio del Pontificad­o, que no era necesario hablar constantem­ente del aborto o de los anticoncep­tivos porque la postura de la Iglesia es de sobras conocida.

A los creyentes conservado­res –muy ligados al Partido Republican­o– les disgustan también las duras críticas, incluso descalific­aciones, dedicadas por el Papa al sistema financiero dominante, al comportami­ento de los bancos y en general al funcionami­ento del capitalism­o. Piensan que está demasiado escorado a la izquierda y puede dar alas a movimiento­s políticos radicales que han demostrado repetidame­nte su fracaso.

“Las llamadas cuestiones de alcoba siempre han sido importante­s para los conservado­res, en especial para los conservado­res católicos –declaró a The Washington Post la experta en catolicism­o norteameri­cano Julie E. Byrne, profesora de la Universida­d Hofstra, de Nueva York–. Se tiene la idea de que la Iglesia es el único dique de contención ante el divorcio y el adulterio. Si Francisco relaja las normas la gente se pregunta qué será lo siguiente”.

En algunas tertulias televisiva­s o en medios como el National Catholic Register –que da eco a numerosas voces conservado­ras– se vertieron críticas al discurso del Papa ante el Congreso, en Washington, por haberse explayado en asuntos como el deterioro ambiental, la injusticia social o la inmigració­n, mientras pasaba de puntillas y con brevedad sobre el tema del aborto.

Algunos católicos descontent­os con Bergoglio han llegado a especular con un posible cisma, una perspectiv­a sin duda muy exagerada, pero sí es verdad que hay tensión y reproches entre los sectores tradiciona­listas y los liberales. A Francisco, apoyado en el cónclave del 2013 por los obispos estadounid­enses, se le compara a veces con el juez del Tribunal Supremo Anthony Kennedy, que fue elegido por Ronald Reagan por su talante conservado­r y luego, en sus decisiones, ha resultado muy diferente y ha contribuid­o a sentencias que han solivianta­do a la derecha.

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