El retablo de los políticos
No debe interpretarse el orden de llegada de los candidatos a la sesión fotográfica de La Vanguardia como un pronóstico para esta noche. Foto finish: Lluís Rabell, Miquel Iceta, Ramon Espadaler, Raül Romeva, Inés Arrimadas, Xavier García Albiol y Antonio Baños. La sala 26 del MNAC, elegida como escenario, tampoco tiene valor simbólico vinculante, aunque los retablos expuestos, de calvarios, anunciaciones y milagros póstumos, inviten a recrearse en paralelismos tragicómicos.
La única certeza que podría desprenderse de la foto es que el ganador de las elecciones no llevará corbata (ninguno de los convocados lleva). La intención del fotógrafo Pedro Madueño es transparente: situar a los candidatos en un marco que subraye la solemnidad y trascendencia del momento actual, no forzarlos a postureos frívolos o a desmanes informales y enfatizar la posibilidad de, sea cual sea el resultado, mantener un marco civilizado de convivencia. El marco en cuestión, deliberadamente barroco, ha sido fabricado en Masquefa y, para transmitir el impacto que busca Madueño, ha sido necesario machihembrar distintos marcos visualmente redundantes.
Las instrucciones para los actores están claras: “Ni demasiado sonrientes ni demasiado serios”. La estatura baloncestística de García Albiol obliga a maquillar la de los demás. Método: en el interior de la estructura escenográfica, sobre un fondo de cortina de terciopelo rojo de película de Nicholas Ray, se han habilitado unos peldaños formados por cajas de madera y montones de vanguardias que compensan diferencias sin traicionar la realidad. Durante los ensayos se ha buscado una luz de cuadro de Velázquez, más adecuada para la intimidad pública de un museo que para la la adrenalina de la actualidad.
El ambiente entre candidatos es afable y, a ratos, incluso cordial. Contribuye a ello el carácter
Los retablos expuestos, de calvarios y milagros póstumos, invitan a pensar en paralelismos tragicómicos
expansivo de Iceta, fetichista de rotuladores y descubridor de las virtudes dietéticas del baile. Si los resultados no le sonríen, podrá patentar La Dieta Iceta, basada en el baile compulsivo, un consumo inmoderado de coca-cola y la amenaza de un pronóstico electoral moderadamente catastrófico. El reparto de besos al saludarse describe hábitos culturales sintomáticos: besos de Arrimadas para todos y, entre los hombres, sólo entre Romeva e Iceta.
Albiol y Romeva parecen los más agotados. Albiol parafrasea a Rambo: “No me siento las piernas”. Romeva celebra conservar las suyas intactas, sobre todo teniendo en cuenta la cantidad de gente que, según él, pagaría por rompérselas. De todos, es el que más parece necesitar reflexionar sobre el coste personal que supone ser candidato en circunstancias tan excepcionales. Pese a la generosidad del catering, los candidatos tienen más sed que hambre. Por suerte, los periodistas y cronistas lo compensamos con una voracidad abismal, tan oscura como las ojeras de algunos jefes de campaña. La velocidad de desaparición de los bocadillos de jamón es proporcional al grado de desesperación o estrés de los que, sin manías, nos los zampamos.
Detrás del escenario, dos sillas para someter a los candidatos a retoques de peluquería y maquillaje. Sentado frente a un retablo sobre la consagración de san Agustín, Albiol le pide a la peluquera que no le chafe demasiado el pelo. Espadaler y Rabell aprovechan esta pausa para recuperar fuerzas y destensar la máscara facial que, por exigencias del guion, les obliga a sonreír sin parar. Vestida con una chaquetilla roja a juego con la cortina, Arrimadas se interesa por el concepto y la idea de la foto. Es la que parece estar más despierta. Tanto, que uno de los técnicos que participan en el montaje me pregunta: “¿Esta chica es de La Vanguardia?”, como si albergara el temerario deseo de pedirle su teléfono.
Baños llega tarde pero lo compensa con naturalidad y una labia que hace pensar en los tertulianos bohemios amigos de Santiago Rusiñol. Para describir el cansancio acumulado, confiesa: “Estoy en ese punto en el que no sabes si estás borracho o de resaca”. En el momento de posar, cruza los brazos, igual que Romeva. Según los popes del lenguaje corporal, este gesto significa que “te cierras”. Yo sospecho que a Romeva le sirve para subrayar una envidiable musculatura y a Baños para imitar la consigna abrazadora que David Fernàndez ha convertido en imagen de marca de la CUP. Una vez atrapado por los inmortales límites del periodismo gráfico, mientras atiende las últimas instrucciones del omnipresente Madueño, Baños define la escena con una pregunta que es al mismo tiempo información y opinión: “¿Somos más naturaleza muerta o bodegón?”.
El reparto de besos en el momento de saludar describe hábitos culturales sintomáticos Para describir su cansancio, Baños dice: “Estoy en ese punto en el que no sabes si estás borracho o de resaca”