El ‘plebiscito’ ha ganado
Lo escribí al inicio de campaña: el president Mas decretó de facto el carácter plebiscitario del 27-S, Junts pel Sí es el paradigma de su apuesta y las otras listas no han podido sustraerse de esta lógica. Sí, la lógica plebiscitaria ya ha ganado. Tanto técnica como políticamente. Técnicamente, porque el plebiscito está adulterado por un sistema electoral en el que no todos los votos valen igual. Y políticamente, porque no se ha debatido la gestión del gobierno saliente ni los programas alternativos.
El llamado proceso –la independencia– ha monopolizado el debate. Por un lado, el frente del sí, hipermovilizado y cohesionado por el eje nacional, con el eje ideológico desplazado a los puestos cuarto y quinto de la lista (el president y el jefe de la oposición salientes), y un relato mágico. Por el otro, el bloque contrario a la independencia, fracturado por el eje nacional –del quietismo del PP a la propuesta federal del PSC pasando por el referéndum que defiende Catalunya Sí que es Pot–, y dividido por el eje ideológico.
Este no frente del no tampoco ha tenido un relato común. El sueño de la independencia se ha contrapuesto con la pesadilla de la secesión, identificada por Rajoy con las plagas del Apocalipsis. Entre esos dos polos –el voto de la ilusión y el voto del miedo– ha intentado emerger un relato racional: un cambio de mayoría en las elecciones españolas de diciembre para regenerar España y pactar juntos un nuevo comienzo.
Mientras tanto, agitación y propaganda... El episodio de las fiestas de la Mercè en el balcón del Ayuntamiento resume este plebiscito adulterado: la estelada –una bandera de parte– o la española. ¿Alguien izará a partir de mañana la senyera?
La disyuntiva: el sueño de la independencia o la pesadilla de la secesión