El misterio del sonso
Los científicos no aciertan a conocer las causas de la desaparición de la especie del litoral catalán
El pantalán flotante del puerto de Arenys, con las seis pequeñas embarcaciones sonseras amarradas, ofrece un aspecto desolador. No hay sonso y nadie sabe por qué, ni los científicos. Ha desaparecido el bullicio de las descargas en la lonja con la llegada de las sonseras. Son muchas las hipótesis que abonan el misterio sobre esta especie tan apreciada, por lo que la dirección general de Pesca ha impuesto una veda de urgencia que prohíbe su captura desde el 20 de julio. Una medida que afecta a 26 embarcaciones del litoral y a sus 70 tripulantes, obligados a acudir al subsidio de desempleo.
Los pescadores del sonso de Arenys de Mar fueron pioneros en la creación de un sistema de cogestión en 2012. Una modalidad de pesca galardonada por la Unión Europea y cuya gestión integra a pescadores, investigadores del CSIC, Greenpeace, WWF, la Generalitat y el Ministerio de Agricultura. Todos ellos colaboran en el estudio de la sostenibilidad de esta modalidad de pesca tradicional, mientras un comité desarrolla el plan de gestión sostenible que regula las capturas, que se han reducido hasta las 819 toneladas anuales, la mitad de hace tres años.
Mauricio Pulido, uno de los artesanos de la pesca del sonso, admite estar preocupado “pero no por el futuro, sino por el presente” ya que está convencido de que “sonso hay pero está enterrado”. Los científicos se aventuran a hablar de “una mala reproducción” pero tampoco disponen de los parámetros medioambientales que avalen sus afirmaciones. Entre los indicadores estudiados llama la atención la temperatura del agua del mar, que durante la época de reproducción del sonso, entre diciembre y enero, estaba dos grados por encima de la media. “Eso no es bueno -reconoce Pulidocualquier cambio en el mar tiene efectos muy perjudiciales”.
Los expertos tampoco entienden como causa probable de la desaparición del sonso lo que los pescadores consideran agresiones al medioambiente marino, como el dragado de arena para regenerar las playas del Maresme. Tampoco lo relacionan con el mayor avistamiento de especies depredadoras –tiburones o delfinesen el litoral. “Creemos que todo ello no incide en el caso del sonso” apunta Pulido, aunque detalla la importancia de este pez en la cadena trófica del ecosistema.
“Hay sonsos –insiste Pulido– pero no se mueven y salen a comer, posiblemente en horario nocturno” por lo que no son detectables por sondas y radares desde las embarcaciones. Ante la reducción de capturas, antes de aplicar la veda, llegó a venderse en la lonja a 20 euros el kilo, cuando en una temporada normal se vendería a nueve euros. Los primeros días de la campaña 2015 apenas se capturaron 100 kilos diarios por embarcación –lejos de los 500 kilos del 2014- hasta los 50 kilos el mes de julio.
Lo habitual es pescar sonso a pocos metros de la costa, a profundidades de entre ocho y doce metros. “Les afecta muy negativamente la bonanzas y se mueve más con las agitaciones del mar” por lo que juzga probable que, con los temporales de otoño, vuelvan a aparecer. Para el pescador, “la situación del sonso es coyuntural” contrariamente a lo que pasa con el resto de la pesca “cuyo problema es estructural”.