Diseñados para mirar
QUEJAS LOCAS. Olmos y Robles (La 1, lunes noche) y Mar de plástico (Antena 3, martes noche) son dos series policiacas, dos ficciones de producción española con referentes locales. La primera está ambientada en La Rioja y salen guardias civiles; la segunda, en los invernaderos hortícolas de Almería, y salen vecinos xenófobos. Y a las dos series les han llovido críticas de distintos colectivos. Olmos y Robles, por ejemplo, ha molestado a la Guardia Civil, cuerpo que se siente denigrado por el agente de la guardia civil que interpreta el actor..., un personaje paleto y bobalicón. Mar de plástico ha molestado al alcalde de El Ejido (Almería), que acusa a esta serie de “estigmatizar a la provincia”. Son enfados muy tontos, porque siempre es ridículo enfadarse con un relato, con una ficción, tanto como insultar a un actor por la calle por haber encarnado a un asesino en una película o serie. Ambas series españolas deberían considerar estas críticas como un halago: significa que ambas tienen el mérito de ser lo bastante verosímiles como para que el telespectador confunda su ficción con una realidad. A menos que la Guardia Civil y el alcalde de El Ejido pretendan que, en vez de series de ficción con toda sus licencias, Olmos y Robles y Mar de plástico se conviertan en documentales.
AGUILAR. El periodismo político tiene a veces raptos de autenticidad. En Más vale tarde (La Sexta, tardes), programa diario de análisis político, se vivió el viernes uno de esos momentos. El curtido periodista Miguel Ángel Aguilar, con fama de sarcástico hasta el filo del cinismo, con un prestigio profesional blindado y que uno diría encallecido por medio siglo de sucesos de todo tipo, relataba el momento en que, hace cuarenta años, cubrió el momento de la ejecución, oyó las descargas, el tiro de gracia, vio la sangre... de uno de los últimos fusilados del franquismo, Humberto Baena, dos meses antes de que muriese el dictador. El veterano periodista no pudo completar su relato, se quedó en la rueda de prensa en la que el ministro de Franco confirmó las penas de muerte...: se le humedecieron los
el llanto le anudó la garganta. Mamen Mendizábal, la presentadora, le pidió disculpas por el trance en directo y pasó la palabra a otro contertulio, respetando con delicadeza el pesar de Aguilar. La biografía de un periodista no es sólo una sucesión de titulares, es también una cadena de emociones en primera fila. Ya dijo Kapuscinsky que el buen periodista nunca puede ser un cínico.
MAITE. Desde hace algún tiempo, ya nadie se atreve a afirmar que Gran Hermano sea un formato televisivo agotado que la gente dejará de mirar. A estas alturas está contrastado que es televisión a chorro, pura y dura, como dije hice quince años, porque es un espectáculo fundado en el zoológico humano, en la inagotable variabilidad de las emociones personales, y mirar al otro siempre nos ha cautivado y cautivará: estamos diseñados para eso. El mérito de los responsables de Gran Hermano consiste en la elección de los especímenes, como el de Maite en esta decimosexta edición, la madre que se jacta de ser una elegida de Dios y que ordena a su hija acostarse con otro concursante para azuzar los celos de una rival. ¿Cómo dejar de mirar el despliegue y consecuencias de un desequilibrio tan fascinante?
Siempre es ridículo enfadarse con un relatoojos, de ficción, no entender que no se trata de un documental