Una diversión colosal
Marits i mullers Traducción, versión i dirección: Àlex Rigola Lugar y fecha: Teatro Villarroel 18/IX/2015
Parece ser que Woody Allen escribió el guión de Marits i mullers para la película que se estrenaría en 1992, cuando él y Mia Farrow, ya habían decidido separarse. Es más que probable, pues, que la vivacidad de los diálogos y la fantástica puntería que exhiben sus protagonistas en el fuego cruzado que se organiza entre ellos sean virtudes explicables en gran parte por la implicación personal del autor en las crisis sentimentales que trataba de presentar. En principio, los protagonistas son Andreu y Mònica, un matrimonio que queda helado al enterarse de que sus amigos, Sandra y Joan, considerados unos casados perfectos, han decidido separarse.
La ley del contagio hace que, enseguida, Mònica y Andreu se planteen si su matrimonio funciona tan bien como creían, y la duda, claro, actúa como una carcoma implacable. Cerca de los cuatro personajes, hay dos más, Mar y Lluís, que el autor se inventa para que no quede ningún corazón a la intemperie. Marits i mullers es, pues, una polifonía a seis voces en torno a las relaciones inestables y los enamoramientos fulminantes. El hecho es que los diálogos de la obra se apoyan en verdades imponentes o en sospechas de los adultos que han pensado que se aparejaban una vez y para siempre.
En el espectáculo de la Villarroel queda claro que Àlex Rigola tiene bien medida por palmos la comedia construida con el guión del cineasta americano. En el 2013 ya lo había montado en el Teatro de la Abadía de Madrid y con la versión catalana, dotada de un cuadro interpretativo estelar consigue una diversión de las más brillantes que se han podido ver en la escena local de muchos años acá. De los ingeniosos diálogos del autor, Rigola hace permanentes filigranas de interpelaciones que mantienen el clima festivo a un alto nivel. El recurso de mantener constantemente a todos los intérpretes en el escenario central, muy bien diseñado por Max Glaenzel, le permite asegurar las alternancias de los diálogos con una agilidad insuperable y crear, si conviene, un cruce de réplicas con una inmediatez fulgurante. Si se me permite el chiste, se puede decir que la obra disfruta de una dramaturgia de la simultaneidad muy eficiente. Dab la cara de la colosal diversión, Sandra Monclús, Mònica Glaenzel, Mar Ulldemolins, Joan Carreras y Lluís Villanueva, capitaneados por un gigantesco Andreu Benito.