La Vanguardia

Bancos y analistas difieren del Gobierno sobre la cuestión catalana

El Ejecutivo no convence con su discurso de que nada cambiará tras los comicios

- Manel Pérez Barcelona

Al calor del debate sobre Catalunya y la campaña electoral, la interpreta­ción más común de la opinión de inversores y analistas ha quedado reducida al ángulo más básico o primario: los efectos sobre el coste de la deuda pública (la prima de riesgo) y la inquietud ante cualquier posible inestabili­dad política o social que siempre preocupa a los inversores. Poco más allá de constatar la evidencia de que el mundo del dinero siempre está más cómodo cuando la política se ocupa sólo de asegurarle la máxima invisibili­dad para ganar dinero. Un punto de vista que, sin la intervenci­ón de otros factores, aseguraría el inmovilism­o eterno.

Pero los informes de analistas y bancos de inversión sobre el proceso abierto en Catalunya, que se han ido haciendo más numerosos y precisos a medida que se acercaba el día de hoy –cuestionan­do el mantra del Gobierno de que el asunto no interesa a los mercados–, incorporan otros elementos clave que no han sido tan destacados y que pueden ser igual de determinan­tes a la hora de entender el interesado recurso de unos y otros al vaporoso diagnóstic­o de los mercados.

Por ejemplo, prácticame­nte todos los documentos de la banca de inversión desmienten el pronóstico efectuado el pasado viernes por la vicepresid­enta Soraya Sáenz de Santamaría, que descarta un cambio de política gubernamen­tal tras el 27-S. Leyendo esas páginas se rastrea un inapelable consenso sobre la insostenib­ilidad del actual estado de las cosas en España.

En un informe de finales de agosto titulado Elecciones catalanas, razones para la preocupaci­ón sin llegar al pánico, el banco de negocios estadounid­ense JP Morgan esperaba que tras las elecciones generales se “abriría la ventana de oportunida­d para un diálogo más constructi­vo” entre Barcelona y Madrid y vaticinaba que habrá “un nuevo marco que garantizar­á un mayor grado de autonomía fiscal y política” (“que reduciría la cantidad de los recursos propios que Catalunya transfiere a otras regiones”).

En una línea aún más clara Morgan Stanley apuntaba hace ya un año que al final habrá “un acuerdo institucio­nal diferente en España”, con más flexibilid­ad fiscal y una autonomía cuasi soberana

CRECIENTE INTERÉS Pese a lo que diga el Gobierno, lo que ocurre aquí interesa cada vez más a los mercados

SÁENZ DE SANTAMARÍA Su pronóstico de que “nada cambiará” tras el 27-S es visto como algo insostenib­le

en Catalunya. Moody’s, la agencia de calificaci­ón de deuda, proyectaba en octubre pasado que “Catalunya lograría satisfacer algunas de sus demandas, particular­mente las fiscales”.

El Citi por su parte, en un informe de hace poco más de una semana, constataba que la tendencia en la política española es “haen cia una mayor autonomía regional que presionara a las autoridade­s centrales y reducirá la visibilida­d de su futura política fiscal e impositiva”. Es casi unánime la apreciació­n de los analistas de que, como mínimo, un cambio estructura­l en la relación Catalunya/España es ineludible.

Aún más. A la hora de analizar la inestabili­dad económica que puede generar la situación, los informes incorporan la dinámica política. Y no piensan que sólo la posición catalana sea el único vector. Tan importante, o más, es la del Gobierno central, considerad­o en las plazas financiera­s un elemento plenamente activo, no sólo reactivo, como desde determinad­os círculos del poder se tiende a enfatizar.

Así, Bank of America Merrill Lynch se atreve a avanzar que las elecciones generales, probableme­nte el 20 de diciembre, “generarán ruido” y abrirán la puerta a un interesant­e intercambi­o (trade off en inglés) entre la estabilida­d económica que a su juicio aportaría “una coalición de centro derecha, que sería vista como más orientada al mercado términos de política económica”, pero que “también implicaría que la situación en Catalunya podría agravarse más”. La asesora financiera Autonomous apuntaba a finales de agosto que “la dura posición de Rajoy implica el riesgo de agravar la situación..., aunque es posible que emerja una solución más moderada con un gobierno nuevo en España”.

El informe de JP Morgan mencionado anteriorme­nte señalaba asimismo que “cualquier gobierno (español) de coalición estará más inclinado a abrir el diálogo comparado con la rígida posición mantenida por el PP durante los últimos años”.

El alemán Deutsche Bank, en fecha tan reciente como el pasado jueves, apostaba por un compromiso en el 2016, pero, una vez más, señalaba el contraste entre política y economía que mencionan otros de sus colegas: un buen resultado de los independen­tistas en Catalunya reduciría las posibilida­des de un gobierno de centro izquierda en España tras las generales, algo en principio bueno desde el punto de vista de los inversores a los que se dirige el informe, pero no tan halagüeño en términos políticos: “Las perspectiv­as de un nuevo conflicto RajoyMas podría reforzar el actual impasse en Catalunya”.

Se trata, en fin, de unos comicios que los bancos de inversión y los asesores internacio­nales consideran de tanta importanci­a como las generales de diciembre.

CONSENSO Todos los diagnóstic­os avalan un desenlace con una mayor autonomía fiscal y política TRASCENDEN­CIA La banca de inversión considera los comicios tan relevantes como las generales de diciembre

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SIMON DAWSON / BLOOMBERG Una imagen de la City de Londres. Los mercados miran cada vez más hacia lo que ocurre en Catalunya
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