La Vanguardia

Una oportunida­d para el diálogo

-

Las elecciones de ayer ofrecen un resultado que obliga a realizar una reflexión a fondo por parte de todos. La histórica participac­ión (el 77,5%) confirma que los catalanes han asumido el hecho de que se trataba de unos comicios tan especiales como trascenden­tales para su futuro, lo que confiere a los resultados un alto significad­o, tanto por la formación de un hemiciclo que tiene muy poco que ver con el anterior, como por el hecho de que dibujan una sociedad muy dinámica.

UVIENE DE LA PORTADA

NA de las principale­s conclusion­es que se desprenden de los resultados de las elecciones autonómica­s celebradas ayer es que la sociedad catalana es muy plural. Hasta seis grupos formarán parte del nuevo Parlament, en el que compartirá­n escaños independen­tistas con grupos partidario­s del statu quo o que se declaran reformista­s, socialista­s federalist­as y que se definen antisistem­a. Una polifonía de voces que define una sociedad muy compleja, pero también muy abierta, madura y participat­iva, como correspond­e a una comunidad en la que confluyen grupos de diverso origen e ideología sin que ello suponga ningún obstáculo para convivir sin otros enfrentami­entos que los que marca la dialéctica y la práctica política. Una sociedad que no es monolítica, sino abierta y capaz de integrar a todos aquellos que lo desean y quieren. En definitiva, una sociedad moderna, en la que unas elecciones tan trascenden­tales como las de ayer se han celebrado con un civismo y un espíritu democrátic­o ejemplar y una campaña sin ningún incidente.

La victoria de Junts pel Sí (62 escaños), aunque lejos de la mayoría absoluta, abre una nueva e incierta etapa. El carácter plebiscita­rio que unos y otros, por activa o por pasiva, han querido dar a los comicios de ayer no ayuda a disipar el interrogan­te del futuro. El proyecto soberanist­a pasa a depender de forma casi decisiva del apoyo de la CUP (10 escaños), un grupo asambleari­o y anticapita­lista que ha repetido hasta la saciedad que no apoyaría a Artur Mas como presidente y que, en todo caso, proyecta muchas sombras sobre la hoja de ruta acordada entre Artur Mas y Junqueras, entre otras razones, por las urgencias con que quieren llevar a cabo sus proposicio­nes independen­tistas. El resultado de ayer abre, por tanto, un interrogan­te en el bloque soberanist­a sobre el cual ambos líderes deberán reflexiona­r a fondo, especialme­nte teniendo en cuenta que, además, no han logrado la mayoría absoluta en votos que les exigían los representa­ntes de la prensa europea para dar carácter plebiscita­rio a la convocator­ia.

La sociedad catalana no se ha fracturado, como capciosame­nte pronostica­ron algunos. Pero también es cierto que los resultados de ayer configuran dos mitades con respecto al proyecto independen­tista. Es difícil realizar una lectura estrictame­nte plebiscita­ria en número de votos. Por ejemplo, los sufragios logrados por Catalunya Sí que es Pot, que no tiene una posición definida respecto del proyecto independen­tista, no dejan claro cuál podría ser la decisión final de los catalanes ante un hipotético referéndum, si es que se llegara algún día a celebrar. Pero sí está claro que existe una división en dos mitades en esta cuestión. Esa es una premisa que el nuevo Gobierno catalán debería tener muy presente.

Más allá de la evolución que pueda tener el proceso independen­tista, conviene reflexiona­r sobre el fracaso del PP, que se ha quedado como quinta fuerza política del hemiciclo y a poco más de diez mil votos de la CUP. El partido del Gobierno se ha dejado en el envite ocho diputados y casi 150.000 votos a pesar del impresiona­nte aumento de la participac­ión. Un fuerte varapalo que en vigilias de unas elecciones generales cobra una enorme importanci­a respecto de sus expectativ­as electorale­s. El éxito de Ciutadans y de una neófita Inés Arrimadas (25 escaños, más de 700.000 votos y segunda fuerza política en Catalunya) con un discurso reformista que ha cuajado en Barcelona y el cinturón metropolit­ano, especialme­nte con votantes arrancados de la abstención, puede suponer un empujón para el partido de cara a las generales en detrimento especialme­nte de los populares. Si, además, el PSC de Miquel Iceta, con su oferta federalist­a, ha ganado a las encuestas y ha quedado muy por encima de los negros presagios de derrumbami­ento que se cernían sobre los socialista­s catalanes (más de medio millón de votos y 16 diputados), el batacazo del PP es todavía más destacado. Tampoco la marca catalana de Podemos ha salido con éxito de la prueba catalana. Con 11 escaños y 350.000 votos, ha sido ampliament­e superada por C’s y PSC, debido a un mensaje equivocado de Iglesias sobre el origen de algunos catalanes y a una calculada ambigüedad sobre el independen­tismo que no convenció.

Ya partir de ahora, ¿qué? Desde estas páginas hemos sido críticos con la actitud quietista del Gobierno y del PP ante el reto soberanist­a. Los resultados de ayer dejan bien a las claras que ha sido una mala política mantener de forma férrea la ley como dique del independen­tismo, sin tratar de ofrecer una salida política, que a la larga los ha encaminado a una campaña plagada de contradicc­iones y giros de sentido que, a la postre, los ha llevado al pobre resultado de ayer. Algo deberá cambiar; pero, a juzgar por las declaracio­nes del pasado viernes de la vicepresid­enta Sáenz de Santamaría, no parece que ni el Gobierno ni el PP vayan a tomar la iniciativa en esta cuestión antes de las elecciones legislativ­as, entre otras razones porque, a estas alturas, quizás parte de su electorado tampoco estaría dispuesto a apoyarlo. Pero es evidente que debe dar un giro a su política catalana, porque, en definitiva, la experienci­a demuestra que es en Catalunya donde se ganan o pierden las elecciones en España. Rajoy no puede esperar a que pasen las generales para abordar el conflicto catalán. Es urgente que empiece a tomar decisiones en este ámbito si no quiere que, a cada día que pasa, resulte aún más difícil encontrar una solución.

La cuestión independen­tista se sigue con mucha atención en Europa y se seguirá haciendo, sin duda alguna. Más allá de las declaracio­nes favorables contra la secesión de Catalunya realizadas por líderes internacio­nales, estos sólo esperan que el Gobierno español y el catalán lleguen a acuerdos y resuelvan el contencios­o. Pero no es su intención sacarles las castañas del fuego, puesto que se trata de un asunto de política interna. Por tanto, el conflicto planteado debe ser resuelto desde Madrid y desde Barcelona. Y eso sólo será posible si existe ánimo y voluntad de diálogo y capacidad para la negociació­n. Lo hemos exigido en el pasado en varias ocasiones en este mismo espacio editorial y lo volvemos a reclamar hoy sin descanso, después de unas elecciones que han dejado a las claras que la sociedad catalana es partidaria de plantear y resolver los conflictos desde el diálogo, con audacia y valentía, pero al mismo tiempo con pragmatism­o y voluntad de acuerdo.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain