La Vanguardia

María Oruña

‘Puerto escondido’ mezcla las intrigas de una novela negra con el relato histórico

- JOSEP PLAYÀ MASET Suances. Enviado especial

ESCRITORA

Lo que comenzó como la afición de esta abogada laboralist­a se ha convertido en una novela, Puerto escondido, cuya trama de crímenes y suspense apunta a convertir Santillana del Mar en un polo de atracción para sus lectores.

María Oruña ejerce de abogada laboralist­a en Vigo, pero desde pequeña veranea en Cantabria, la patria de sus abuelos. Siempre le ha gustado fantasear con los paisajes y las gentes y un día descubrió la playa de Santa Justa, cerca de Suances, un recóndito rincón rodeado de agrestes acantilado­s, que en días tormentoso­s adquiere un aire tenebroso. Tanto que le inquietó. “Noté que había pasado algo allí”. Y se lo preguntó a su abuela. “No, que yo sepa nada, excepto aquel crimen famoso”. Y aquel día empezó a gestarse la novela Puerto escondido, que María Oruña publica ahora en Destino (en Columna, traducida al catalán, y se anuncia ya edición en francés y alemán).

La novela parte de un caso real, el “crimen famoso” en el que un señorito es descuartiz­ado por su ama de llaves, una chica mucho más joven, que se ha sentido despechada. Este suceso entra en la novela de María Oruña y lo hace en el mismo escenario de la playa de Santa Justa, aunque su relato parte del descubrimi­ento del cadáver de un bebé al iniciarse las obras en un viejo caserío colonial de Suances, cerca de otra playa inquietant­e, llamada de los Locos. La finca se llama Villa Marina y pertenece a Oliver Gordon, que ejerce de profesor en Inglaterra pero ha regresado a la tierra de su madre al heredar la casa y con el propósito de cambiar de vida y montar aquí hotel rural. Y la auténtica protagonis­ta es la teniente de la guardia civil Valentina Redondo, encargada de resolver un caso que pronto se complica con otras muertes. El apellido de esta protagonis­ta “es un guiño” –según nos confirma la propia autora–, hacia Dolores Redondo, la exitosa autora de la trilogía de novela negra ambientada en Elizondo y el valle del Baztán. “Ella creó de la nada un subgénero y esto me hizo soñar”, dice. Si Dolores Redondo recurre a la fantasía mágica y mitológica, María Oruña se ciñe a los hechos, como buena profesiona­l del Derecho, y mezcla su historia con generosas dosis de ambientaci­ón histórica.

Les une el misterio del “noir”, el gusto por la intriga y el buen hacer literario. Y si Redondo ha convertido el valle del Baztán en un recorrido turístico-cultural, la novela de Oruña lleva camino de crear una nueva ruta por Santillana del Mar, Suances, Hinojedo, Comillas… en búsqueda de los escenarios de una novela, de la que anuncia ya una segunda parte con la teniente de la guardia civil y su equipo como fijos en el reparto. Seguro que muy pronto los turistas que pasen ante la Casa de los Quevedo en Santillana de Mar, junto a la colegiata, buscarán en la fachada ese insólito relieve de piedra que representa una máscara dedicada a Tlaloc, el dios azteca de la lluvia, el rayo y los terremotos, que resulta ser un elemento clave en la resolución de los crímenes de la novela. El relieve es un rostro de piedra por cuya boca entran dos serpientes, que según la tradición oral debió traer algún indiano de tierras americanas.

La obra de Oruña se impregna del paisaje, del clima, de las gentes de Cantabria. Como ese “puerto escondido” que le da el título o esa misteriosa casona de Villa Marina, cercana al faro de Suances Y esas tormentas de vientos huracanado­s y lluvia intensa, ahora llamadas ciclogénes­is –con ese nombre se menciona en la novela y el mismo día que la editorial y la autora la presentaba­n en Cantabria a la prensa, los meteorólog­os advertían de su presencia como

FUENTE DE INSPIRACIÓ­N La trama nace de un hecho real: un señorito descuartiz­ado por su joven ama de llaves LOS ESCENARIOS María Oruña rinde homenaje a Dolores Redondo con el nombre de su protagonis­ta

consecuenc­ia de la llegada del huracán Henry (como si formase parte de una preparada ambientaci­ón).

María Oruña escribió su primera novela La mano del arquero (2013), tras diez años ejerciendo como abogado laboralist­a. Se acercaba a la literatura, su hobby, con un relato que le servía para denunciar el acoso laboral. Y lo hacia aprovechan­do su baja maternal. Pero ahora regresa con una obra de mayor envergadur­a, en la que logra sumergir al lector en un relato que une dos historias, la que se inicia con un drama familiar durante la guerra civil y unos crímenes del presente. Novela histórica y novela negra unidas por personajes que nos van descubrien­do su lado oscuro. “Creo que es una mezcla de géneros –explica María Oruña– donde lo relevante es ver como los personajes se transforma­n en situacione­s límite”.

Los diálogos entre los miembros de la guardia civil, no exentos de cierta dosis de humor, la tensión entre algunos de los protagonis­tas y el suspense de una compleja trama son algunas de las claves de ese talento narrativo que nos descubre Puerto escondido.

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DANIEL DICENTA /DESTINO María Oruña, junto a los acantilado­s de la playa de Santa Justa, en Cantabria, uno de los escenarios de su novela

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