Francisco: “El cristiano no puede ser inmune a los cambios de su tiempo”
El Papa se reúne con víctimas de la pederastia y reitera su firmeza ante los abusos
Francisco, como antes hicieron quienes le precedieron, trata de adaptar la Iglesia a la sociedad actual, sin renunciar a los principios básicos del credo católico. Pero el papa argentino está empujando los cambios con inusual velocidad y vehemencia, en varios frentes. El Encuentro Mundial de las Familias, que ayer concluyó en Filadelfia, volvió a ser un foro en el que Jorge Mario Bergoglio abogó por la flexibilidad y el pragmatismo, aunque sin mostrar todavía todas sus cartas.
En un discurso ante los obispos estadounidenses, en un seminario de Filadelfia, horas antes de poner fin al viaje pastoral y regresar a Roma, Francisco insistió en la importancia fundamental de la institución familiar, sin la cual ni siquiera existiría la Iglesia.
El Papa dejó muy claro que la visión teológica de la familia no va a cambiar, si bien eso no debe llevar a olvidar “la transformación del contexto histórico, que incide en la cultural social, y ya también jurídica, de los vínculos familiares, y que nos involucra a todos, seamos creyentes o no creyentes”. “El cristiano no es un ser inmune a los cambios de su tiempo y en este mundo concreto, con sus múltiples problemáticas y posibilidades, es donde debe vivir, creer y anunciar”, dijo Francisco.
Resulta obvio que el Papa estaba preparando el terreno ante el sínodo extraordinario sobre la familia que va a celebrarse el mes que viene en Roma. Sabe que las resistencias son fuertes, también entre el poderoso episcopado estadounidense, a cambios sustanciales en el trato a divorciados y homosexuales. Francisco aboga por una línea posibilista, de una Iglesia que sea más misericordiosa que juez de las conductas. Lo viene diciendo desde hace tiempo y en Filadelfia lo repitió.
En su tono didáctico, Francisco argumentó que la concepción cristiana del matrimonio y la concepción social antes casi coincidían, pero ahora no. El Papa uso el símil del gran centro comercial en el que las posibilidades de elección son casi infinitas pero se ha perdido el vínculo personal entre el vendedor y el comprador. “La cultura actual parece estimular a las personas a entrar en la dinámica de no ligarse a nada ni a nadie –dijo Francisco–. No fiar ni fiarse. Porque lo más importante de hoy parece que es ir detrás de la última tendencia o actividad, inclusive a nivel religioso. Lo importante hoy lo determina el consumo. Consumir relaciones, consumir amistades, consumir religiones, consumir, consumir... No importa el costo ni las consecuencias. Un consumo que no genera vínculos, un consumo que va más allá de las relaciones humanas”.
La alternativa a esta situación puede ser, según el Papa, ni la condena ni el anatema, ni decir que el pasado fue mejor, pues los jóvenes no tienen la culpa de haber crecido en esta sociedad. “No, no creo que este sea el camino –recalcó–. Nosotros, pastores tras las huellas del Pastor, estamos invitados a buscar, acompañar, levantar, curar
Bergoglio lamenta que hoy todo esté sujeto al consumo sin vínculos, también las relaciones y amistades
las heridas de nuestro tiempo”.
Fuera del programa previsto, Francisco se reunió ayer por la mañana con cinco víctimas de abusos sexuales –tres mujeres y dos hombres–, a las que recibió junto a familiares. Estas personas sufrieron abusos cuando eran menores de edad. Estaba presente el cardenal arzobispo de Boston, el franciscano Sean O’Malley. Francisco les confortó, expresó la “vergüenza” de la Iglesia y prometió severidad absoluta ante nuevos casos.
“Llevo grabado en mi corazón las historias, el sufrimiento y el dolor de los menores que fueron abusados sexualmente por sacerdotes –reconoció el Papa–. Continúa abrumándome la vergüenza de que personas que tenían a su cargo el tierno cuidado de estos pequeños, les violaran y les causaran graves daños. Lo lamento profundamente. Dios llora”. “Los crímenes y pecados de los abusos sexuales a menores no pueden ser mantenidos en secreto por más tiempo –concluyó el Pontífice–. Me comprometo a la celosa vigilancia de la Iglesia para proteger a los menores y prometo que todos los responsables rendirán cuentas”.