La Vanguardia

La victoria naranja

- José Antonio Zarzalejos

Con 25 escaños, casi el 20% de los votos (más de 700.000 electores) en unas catalanas con la histórica participac­ión del 77,46%, Ciudadanos/Ciutadans marcó ayer todo un hito que trasciende a Catalunya y se proyecta sobre el conjunto de España. El partido de Rivera, con la candidata Arrimadas, se ha convertido, desde Catalunya, en la gran opción centrista –o de mayor centralida­d– de la política de nuestro país. Los electores de C’s no proceden de la orfandad sino de la mutación pragmática. Ha depredado voto del PP (su caladero principal), del PSC (su segundo filón) y, muy probableme­nte, del catalanism­o moderado de una Unió que se quedó extramuros del sistema.

Sus votantes –lo revelan las encuestas del CIS– son más jóvenes que los electores del PP y del PSC-PSOE, mayoritari­amente disponen de estudios medios y universita­rios y se desenvuelv­en en una situación económica razonable. Laicos y liberales, mistifican recetas pero se basan en la ciudadanía igual de todos los españoles, oponiéndos­e de manera rotunda –pero con un discurso renovado y, sobre todo, no retrospect­ivo– al independen­tismo catalán.

La victoria del partido naranja –ha pasado de 9 a 25 diputados– llama más la atención que la propia victoria de Junts pel Sí –muy limitada en función de las expectativ­as– y corona a sus dirigentes como los líderes del bloque antisegreg­acionista en Catalunya, que, en votos populares, es superior al secesionis­ta (los independen­tistas han ganado las autonómica­s pero han perdido el plebiscito).

El triunfo de Ciudadanos/Ciutadans –la denominaci­ón del partido en catalán es vital para entender la empatía con el electorado del Principado– golpea de manera brutal –aquí y en España en los prolegómen­os de las elecciones generales– al PP, que ayer se desplomó perdiendo 8 de los 19 escaños de que disponía y que fueron a la cuenta de Arrimadas, como segurament­e los cuatro que se dejó en el camino el meritorio Miquel Iceta, que aguantó el tipo. Socialista­s y populares deberán chupar rueda de C’s en los próximos meses.

Pero el partido naranja no sólo infligió al PP una cornada política mortal, sino que también ganó su particular pulso con Podemos, que, insertada en Catalunya Sí que es Pot, no sólo no aportó nada a ICV sino que le restó. En la pelea entre los partidos emergentes, Rivera le ganó la campaña a Iglesias sin alharacas, sin excentrici­dades y con definicion­es. Rajoy estará –es lo suyo– perplejo y el líder de Podemos observando un panorama que se tiñe de naranja y se destiñe de morado. Los independen­tistas, además, van a tener que zafarse con un adversario de casa. O sea, made in Catalunya.

El triunfo de Ciutadans golpea de manera brutal tanto en Catalunya como en España al Partido Popular

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