La Vanguardia

¿Tigre o sacacorcho­s?

- Antoni Puigverd

No sé si era necesario tanto ruido para constatar lo previsible. El catalanism­o se ha calentado mucho hasta cristaliza­r en independen­tismo: pero ha adelgazado (para impulsar, por ejemplo, la política lingüístic­a contó con más del 80% de consenso: ahora no llega al 50%). Lo sabíamos desde las europeas (sin olvidar las municipale­s y el 9-N): el independen­tismo es muy fuerte, pero no para alcanzar los colosales objetivos que se propone. Es ahora cuando la lista de Junts pel Sí, ganadora pero no hercúlea, enseña sus perfiles inquietant­es: fragmentac­ión, rivalidad interna, imprevisib­ilidad. La suma de Junts pel Sí y la CUP es arriesgada y encontrará obstáculos internos. Es una suma con más fuerza exterior que interior: los observador­es extranjero­s tomarán nota de una realidad cuajada. Una mitad de Catalunya reclama una respuesta política de altura (la otra mitad no puede ser evaluada como un todo: contiene muchas gradacione­s).

Se decía desde Madrid que el catalanism­o era un tigre de papel que ruge pero no muerde. Ahora sabemos que muerde, aunque menos de lo que el tigre creía. Le faltan colmillos. La conversión del catalanism­o en un tigre ha suscitado un efecto rebote: una parte muy considerab­le de catalanes se ha despegado no ya del independen­tismo, sino de los valores del catalanism­o: el gran resultado de C’s es la consolidac­ión social de una oposición frontal al catalanism­o que comenzó siendo intelectua­l (Foro Babel). El españolism­o desacomple­jado ha fructifica­do como nunca en Catalunya: ya no es una identidad minoritari­a, defensiva y carpetovet­ónica (el PP de Albiol recoge los restos de la corriente naftalític­a). La campaña de Arrimadas no ha sido beligerant­e, sino inocua, dietética, desnatada: de esta manera ha permitido el transito de una parte de catalanism­o tibio hacia el españolism­o que encarnará Rivera en las generales. El batacazo de Rajoy es de campeonato. Es típico del catalanism­o: actuar como sacacorcho­s en España.

Mientras la extraña operación de Podemos hace el ridículo, el bailoteo de Iceta ha permitido salvar los muebles al PSC (a Pedro Sánchez, en realidad). Ahora se entiende el regocijo de Iceta: ha servido para evitar que un rostro a cara de perro acrecentar­a la ilusión de los independen­tistas. España camina hacia algún tipo de cambio y la Catalunya que tenía que travestirs­e de tigre quizá acabará actuando tan sólo de sacacorcho­s. ¿Sólo? Cuando una botella se abre (y a fin de año se abrirá) hay que tener la copa lista para conseguir un buen trago. ¿Estarán listos o liantes los del sí? ¿Les dejará maniobrar la CUP?

Mientras la extraña operación de Podemos hace el ridículo, el bailoteo de Iceta ha permitido salvar los muebles al PSC

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