Verbos, adverbios y gol

A las 22.28, gol en la fábrica Fabra i Coats. La Fabra i Coats es el recinto fabril de Sant Andreu donde la candidatura asemántica Catalunya Sí que es Pot (siglas imposibles y/o ausencia de signos de puntuación) sigue el recuento electoral. Con el rato, al lema se le gripará el tiempo verbal.

A las 22.28, la pantalla en la que TV3 ofrece la espiral de resultados desvela que CSQEP acaba de arrebatar un diputado a Junts pel Sí y accede al undécimo. Siempre es mejor jugar con portero. Evita algunos goles.

Los simpatizantes exclaman (uuuueeeeeeeh) y se concentran ante la pantalla. Un diputado más significa no sólo tener uno más que la CUP, sino empatar con el PP. O, dicho de otro modo, pasar de empatar con el último, que está celebrando su exitazo (más que triplica butacas), a ocupar la cuarta plaza. Muy lejos de la segunda con la que soñó durante los quince días anteriores.

Quizás por acentralidad del lugar elegido, quizás por la intuición de la debacle, apenas uno o dos centenares de simpatizantes y miembros del equipo de campaña han acudido a la cita, de modo que la ovación es relativa y en todo caso breve. En el oceáno de metros cuadrados de la Coats, cien o doscientas personas no se ven. “Esto parece un botellón”, dice Joana. La cerveza es gratis. Nadie bebe más de la cuenta (al cierre de esta edición).

De modo que el “Catalunya Sí Que Es Pot” muta a algo así como a “Catalunya Sí Que Va Poder”. La segunda plaza queda a 400.000 votos de distancia, casi nada. Ni San Pablo Iglesias ha podido arrastrar el voto. En el botellón, una muchacha identificada como ‘organització’ lamenta: “La Colau nos habría venido muy bien”. El cabeza de lista, Lluís Rabell, admite que las cosas no han ido como esperaban, pero anuncia que entrarán en el Parlament a defender el discurso social y a cambiar de nuevo el tiempo verbal: “Nuestra opción ganará peso y credibilidad”, promete. Catalunya Sí que Podrà.

Al final, a CSQEP le han desbordado los adverbios: la cuestión era Sí o No.