La Vanguardia

La resaca metafísica

- Joana Bonet

Resaca es una de las palabras más curiosas del español: no proviene del latín sino del francés, y su origen escrito se remonta al descubrimi­ento de América, para referirse al retroceso de las olas desde el punto máximo que alcanzan en la orilla, así como su reflujo. Debió de ser un poeta borracho quien utilizó por primera vez este término para atrapar el malestar que invade cuerpo y mente la mañana después de una ingesta de alcohol, cuando los restos de la noche permanecen dejando al descubiert­o un andar pesante, un mirar borroso y un estado de miserable penalidad invadido de las toxinas que afloran a la luz del sol.

Catalunya despierta hoy lunes con resaca, tanto unos como otros. Los que dirán que han llegado a puerto, y los que opinan que todo acaba de empezar. Han sido meses de deseo exultante para unos, y de fastidio cansino para otros. La tensión emocional ha emulado la de una final futbolísti­ca, en la que las gradas se muestran exultantes antes de conseguir la victoria, mientras los cantos apocalípti­cos anuncian el choque de trenes, cristales, jarrones y mapas.

Qué poca atención ha merecido ese

La gran resaca con la que hoy despierta Catalunya será una oportunida­d para el autoconoci­miento

estado de pensar lento y melancólic­o por parte de la comunidad científica. Y no me refiero únicamente a la resaca fisiológic­a, sino, sobre todo, a la existencia­l. A la forma en que se liberan los demonios que tan arduamente habrá que enterrar al día siguiente. Mientras escribo estas líneas, Catalunya vota, superando todos los índices de participac­ión. La épica ha vestido la jornada de ayer con el traje largo de la historia, extendiend­o la urgencia de decidir el futuro.

Kingsley Amis fue un aplicado bebedor, práctico y teórico, que escribió desternill­antes ensayos sobre el estado metafísico de la resaca –reunidos en un volumen titulado Sobrebeber por la editorial Malpaso–. Su descripció­n de la misma es antológica: “Cuando esa mezcla inefable de depresión, tristeza (no son lo mismo), angustia, desprecio de uno mismo, sensación de fracaso y miedo al futuro empiece a imponerse, recuerda que lo que tienes es resaca. No te estás poniendo enfermo, no has sufrido una leve lesión cerebral, no haces tan mal tu trabajo, tu familia y tus amigos no han tramado una conspiraci­ón de silencio a tu alrededor para que no descubras que eres un mierda, no estás viendo por fin cómo es realmente la vida y no hay por qué llorar por la leche derramada”.

La gran resaca con la que hoy despierta Catalunya será sin duda una excelente oportunida­d para el autoconoci­miento: con tanto trago dialéctico corto y largo, tanta doble y triple nacionalid­ad, y tanto amor declarado por esos buenos españoles que quieren catalaniza­r España, hoy Catalunya amanecerá despacio, igual que después de un funeral o una boda cuando la rutina regresa a sorbos. No habrá más remedio que, como con una resaca, suavizar los efectos de la catarsis: bastará con interrumpi­r la sobriedad para recordar lo bien que hemos bailado.

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