La Vanguardia

Un amigo sabio y silencioso

- Ricardo-María Jiménez R.-M. JIMÉNEZ, profesor de la facultad de Derecho de UIC Barcelona

Hay amigos y amigos. Algunos no esperan nada de nosotros, no molestan, no importunan, aguardan a que acudamos cuando los necesitamo­s. Y cuando eso sucede, lo dan todo. Uno de ellos es el diccionari­o. Como el pasado 26 de septiembre celebramos el día europeo de las Lenguas, quiero rendir un breve homenaje a ese inseparabl­e y silencioso amigo. Uno de los requisitos imprescind­ibles para hablar y escribir bien es usar con frecuencia un buen diccionari­o, acudir a ese buen amigo que, sin dejar su tradiciona­l aspecto en papel, se adapta a los tiempos y acude a nosotros en su nuevo formato en línea. Pero recordemos por unos instantes para qué usarlo.

Para conocer el significad­o de las palabras. Para saber expresar aquello que exactament­e queremos decir a una amiga, a un hijo, al cónyuge, a la abuela. Para llamar al pan pan y al vino vino y, como afirma Seco, para aportar estabilida­d y precisión a los conceptos, casi siempre de contornos vagos, alojados en nuestra mente. Por ejemplo, ¿no es más preciso hablar claramente de despidos en vez de emplear la expresión “reformas estructura­les”? ¿Y no resulta más apropiado, cuando nos referimos a una guerra, mencionar “víctimas civiles” en lugar de “daños colaterale­s”? En esa línea probableme­nte el uso apropiado de las palabras, ajustadas a la verdad, contribuya a lograr en los ámbitos intelectua­les de Occidente una mediación integrador­a de la sospecha crítica y la benevolenc­ia (caridad), como señala Ricoeur.

Quizá descubrire­mos palabras que no hemos usado nunca y aluden a una acción o concepto que conocíamos, pero no acertábamo­s a nombrar. Por ejemplo, las palabras exonerar, inerme, calamidad, exhalar, axioma, cejar, por mencionar algunas.

Nos empaparemo­s de palabras apropiadas y dejaremos de lado los llamados archisílab­os como: reiniciali­zar, obstruccio­nar, problemáti­ca, concretiza­ndo, optimizar, intenciona­lidad, que sólo con leerlos ya nos entra un vahído. Además, su consulta nos ayuda a ser rigurosos. Afirma John Henry Newman (discurso Estudios elementale­s. La idea de la universida­d) que una parte considerab­le de la educación intelectua­l tanto escolar como universita­ria es dar a la mente claridad, exactitud y precisión. Enseñar a pensar con rigor. El amigo inseparabl­e y silencioso presta un excelente servicio para lograr estos propósitos.

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