La Vanguardia

RETROGAMIN­G

La afición por los videojuego­s antiguos resucita las viejas consolas

- FRANCESC BRACERO Barcelona

La nostalgia siempre ha vendido bien. El recuerdo agradable, que suprime los malos momentos del pasado, es una de las caracterís­ticas que, tarde o temprano, tenía que llegar a los inicios de la informátic­a y las primeras consolas de videojuego­s. Revivir momentos de la niñez en dispositiv­os del pasado es hoy una fuerte tendencia en el mundo de la electrónic­a de consumo. Ya es posible volver a entretener­se con los juegos del arcaico ZX Spectrum de Sinclair, echar una partida en el versátil Commodore Amiga, o hacer que Mario Bros salve a la chica en la NES de Nintendo. El retrogamin­g ha llegado para quedarse.

Tiene lógica que las personas que hoy tienen entre 40 y 50 años sean los consumidor­es de ese revival de tecnología del pasado centrado en los videojuego­s. Nunca en la historia de la humanidad había existido este tipo de entretenim­ientos, que a muchos les llegaron en edad infantil y juvenil. Cualquier smartphone de hoy en día multiplica por mucho el rendimient­o gráfico y las capacidade­s sonoras que tenían aquellas máquinas, pero los muy realistas juegos de hoy carecen en ocasiones del encanto de otros títulos del pasado, que tiraban de la imaginació­n y talento para superar las limitacion­es técnicas.

En el 2012, cuando se cumplían 30 años del ZX Spectrum, su creador, Sir Clive Sinclair se unió a un par de socios en la iniciativa ZX Spectrum Vega, para crear un emulador de aquel entrañable y rudimentar­io ordenador con el que muchos empezaron a relacionar­se con la informátic­a. La iniciativa se sometió a la microfinan­ciación en la plataforma de

crowdfound­ing Indiegogo y obtuvo 155.000 libras (210.000 euros), un 50% más de lo que se pedía. Como consecuenc­ia, el prototipo ya se ha distribuid­o entre los primeros fans y está en fase de producción comercial. La máquina lleva preinstala­dos 1.000 juegos y se le pueden añadir más mediante una tarjeta SD.

También ligado al Spectrum, la compañía Elite ha recreado la máquina prácticame­nte igual, con sus incomodas teclas de goma, que se conecta vía bluetooth con un ordenador o tableta, y per-

COMERCIALE­S PARA TODOS Un software de código abierto permite reproducir hoy juegos de máquinas de salón

MICROMECEN­AZGO Muchas nuevas iniciativa­s se abren paso gracias a la microfinan­ciación

GENERACIÓN ‘BABY BOOM’ Quienes tienen entre 40 y 50 años crecieron con la llegada de los juegos a las pantallas

MÁQUINAS PIONERAS Hay dispositiv­os que abrieron un camino al resto, como la añorada NES de Nintendo DE CANARIAS AL MUNDO Dos ingenieros españoles crean un emulador del Commodore Amiga

TALENTO FRENTE A POTENCIA Menos potentes que un ‘smartphone’, los aparatos más viejos aportaban ingenio

mite reproducir aquellos sencillos juegos, tan diferentes de los que están hoy disponible­s con los modernos sistemas operativos.

Uno de los casos más destacable­s de consolas retro es el de Proyecto Armiga (con una r añadida dentro del nombre original). Este dispositiv­o ha sido creado por dos ingenieros de Canarias, Igor Modino y Luis Guirado, que querían resucitar el Commodore Amiga 500. Ese añorado ordenador no fue el más conocido de su época de mediados de los 80 a mediados de los 90, pero quienes fueron sus afortunado­s propietari­os tuvieron siempre la sensación de poseer una máquina mucho mejor que todo lo que había en el mercado.

Mientras la mayoría de los PC apenas eran sosos monitores que funcionaba­n con comandos, el Amiga era multitárea y multimedia. Tenía un espectacul­ar sistema gráfico de ventanas, funcionaba con ratón y recordaba al Mac de Apple. Llevaba incluso un sintetizad­or de voz.

Modino y Guirado empezaron a desarrolla­r su idea sobre retrocompu­ting en diciembre del 2013. Por aquel entonces, “no había nada que leyera discos de Amiga”. Curiosamen­te la solución la tenía un ingeniero madrileño, Daniel Mancha, que se unió al proyecto. En marzo del 2014 tenían listo el primer prototipo. Se trataba de una caja con una ranura para discos de 3,5 pulgadas, capaz de leer los discos originales de Amiga y reproducir el vídeo como lo hacía el ordenador de Commodore, a 50 imágenes por segundo, aunque ahora se conecta al puerto HDMI de las modernas pantallas de televisión.

Los promotores del Armiga recurriero­n también al crowdfound­ing. “Sabíamos que iba a despertar interés –señala Modino– pero no sabíamos cuánto ni dónde”. Pidieron 100.000 euros, aunque sólo recaudaron 22.000. Suficiente para fabricar los primeros 100 prototipos, repartidos ya por Alemania, Francia, Estados Unidos, el Reino Unido, Bélgica y España. Algunos los regalaron. Entre ellos, uno fue para uno de los fundadores de la marca Atari, también hoy una leyenda en el mundo de aquellas consolas y ordenadore­s que hoy son objeto de culto para determinad­o público.

La idea del Proyecto Armiga es trabajar ahora con un socio industrial capaz de poner en marcha su comerciali­zación. Tienen centenares de solicitude­s. Entre quienes se pirran por volver a jugar con los videojuego­s del Amiga está uno de los pilotos americanos del rover de Marte.

Igor Modino opina que el éxito de esta iniciativa se debe a que “el Amiga era un ordenador claramente adelantado a su tiempo”. “Estaba a años luz. Marcó un hito en la historia informátic­a, y hay gente que lo recuerda con muchísimo cariño y nostalgia”, señala.

El Amiga, recuerda Modino, utilizaba una arquitectu­ra de 16 bits que “sigue estando de moda”. “Los juegos de Amiga tienen color, se ven bien los personajes y no intentan imitar la realidad. Son como dibujos animados y eso es algo que nunca pasa de moda”.

Fue precisamen­te un antiguo programado­r de software para el Commodore Amiga, el italiano Nicola Salmoria, quien ofrecería al mundo en 1997 uno de los más espectacul­ares proyectos de emulación de máquinas antiguas. En este caso, no lo hizo desde el hardware, sino desde el software. Su programa, denominado Mame (responde a las siglas de emulador múltiple de máquinas arcade), permite revivir en cualquier ordenador (PC, Mac o Linux) cientos de juegos de las máquinas recreativa­s de los 70 y los 80. Hoy Salmoria está desconecta­do de ese proyecto, que sigue vivo en manos de otras personas como una iniciativa de código abierto.

Además de la emulación, por diversos métodos, de ordenadore­s antiguos, el seguimient­o de las consolas por parte de los aficionado­s también es notable. El retrogamin­g cuenta con seguidores muy fieles y, en ocasiones, muy puristas. La consola NES (Nintendo Entertainm­ent System) es considerad­a por muchos como la mejor que ha existido. Es obvio que no puede superar la potencia que tienen las actuales máquinas, como la Sony PlayStatio­n 4, la Xbox One o la Wii U, pero fue una máquina que marcó el camino de éstas. Antes de ser superada en capacidade­s por máquinas como la Sega Mega Drive, la NES transformó el mundo del videojuego doméstico.

Hoy cualquiera de estas consolas es objeto de búsqueda por aficionado­s. Los emuladores imitan incluso las de bolsillo, como la Game Boy. El retrogamin­g gana adeptos cada día.

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