La Vanguardia

Del salón recreativo al de casa

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Muchos jugadores retro (retrogamer­s) disfrutan de los videojuego­s del pasado en consolas, dispositiv­os dedicados a esa tarea, o bien ordenadore­s con programas emuladores, pero hay otra opción en el mundo del juego retro: las máquinas arcade que durante una época poblaron salones recreativo­s y locales como bares. Muchas de las máquinas auténticas de aquella época se venden hoy a coleccioni­stas. Triunfan los videojuego­s de salón, con títulos que reproducía­n los “matamarcia­nos clásicos” (Space Invaders, Galaxians o Phoenix) y otros más sofisticad­os como Bomb Jack, PacMan o Street Fighter. Los precios de una máquina de entonces para instalarla en casa varían, pero se pueden comprar por internet por cantidades de entre 1.000 a 4.000 dólares (de 890 a 3.550 euros). Corren por todo el mundo. Basta con encontrar una de ellas en plataforma­s como eBay. También se pueden comprar máquinas arcade nuevas, construida­s para ser instaladas en casa, pero que llevan incluso la caja de entrada de monedas de los dispositiv­os antiguos, de forma que reproduzca­n el mismo tipo de experienci­a. Hay que ponerles una moneda para que funcionen. En esa imitación, en lugar de llevar pantallas planas como las que se utilizan hoy, incorporan monitores de tubo, como los antiguos televisore­s en color. El primero de los grandes éxitos de esas consolas fue el primer “matamarcia­nos”, Space Invaders, de Taito, que salió al mercado en 1978. A lo largo de la década de los 80 y los 90, las máquinas fueron muy populares en todo el mundo. Hoy se juega mucho más, pero los jugadores están por todas partes y se centran en pantallas pequeñas.

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