La hora del bocata
Barcelona Degusta cerró ayer sus puertas tras cuatro días de actividad registrando una afluencia de más de 28.000 visitantes
La cocinera Natalie Fewel está afónica, pero afónica de alegría, como puntualiza ella con una sonrisa en la boca. Y no es para menos. El bocadillo de paella que ha creado junto al maestro panadero Daniel Jordà para el Barcelona Degusta ha sido todo un éxito. Lo que a primera vista genera escepticismo –lleva pan de azafrán, calamar con perejil y mayonesa de cabezas de gamba roja–, se convierte en boca en una interesante e intensa propuesta degustativa que el dúo Jordà-Fewel ha bautizado con el nombre de panes creativos con chicha, de la que el bocadillo de paella es uno más. Y es que, aseguran, la hora del bocata ha llegado.
La quinta edición del Barcelona Degusta, dedicado a la gastronomía más innovadora, cerró ayer sus puertas con más de 28.000 visitantes –el día de mayor afluencia fue el sábado, frente a un domingo tranquilo–, una cifra significativa si se tiene en cuenta que el evento no se celebraba desde 2011 y que este año ha incorporado el salón de pastelería creativa Bcn&Cake y el área de cata de cervezas artesanas Degusta Beer Festival. Una concentración de tendencias culinarias muy diferentes entre sí que otorgó al salón una variedad de público hasta ahora inédito. Mientras unos vagaban por entre los más de 200 expositores a la caza del máximo número de sabores, otros se dedicaban a conocer y adquirir los últimos artilugios para la confección de repostería creativa, un segmento que está adquiriendo cada vez cotas más elevadas en cuanto a diseño –el gusto y las calorías son lo de menos–, con verdaderas obras de arte listas para comer. Entre ellas una tarta de casi 400 kilos, básicamente de bizcocho de chocolate con caramelo isomalt, que reproducía el templo expiatorio de la Sagrada Família invadido por unos horrendos extraterrestres, elaborada para la ocasión y en directo durante cuatro días por los artesanos apodados Los Tartásicos.
“Es marca, escaparate. No son tan importantes las ventas como los contactos que puedas llegar a hacer, por ejemplo para dar clases”, explicaba ayer Lluís Díaz, un emprendedor de Girona de la empresa Air In My Cake, entre otras, que ayer andaba atareado tatuando una calavera chicana de fondant elaborada por Escrivà. “Es un aerógrafo que en vez de tener tinta tiene un pigmento alimentario líquido”, explica, mientras va dándole forma a una flor en el cráneo de la calavera . Y abunda en sus bondades y múltiples aplicaciones: “A mis hijas no les gusta el arroz hervido y para que se lo coman lo pinto. Les digo: a ver, chicas, ¿de qué color queremos hoy el arroz? Es insípido, pero hace que el plato sea más divertido”.
Y aunque los contactos son importantes, también lo son las ventas para algunos, tal y como reivindicaba ayer Olga Rovira, carnicera de Igualada con puesto en el mercado de la Masuca y que ayer trasladó al Barcelona Degusta el sushi catalán con el que triunfa entre su clientela desde hace cinco años. “Al principio había gente que se mofaba de mi propuesta”, explicaba ayer Olga ante unas bandejas de sushi variado de pollo rebozado con mayonesa y curry y de tortilla de patata con cebolla, mayonesa y mermelada de tomate. Ahora, ante el éxito, pocos se atreven a decirle nada, más allá de “¿cuánto cuestan?”.
Esta nueva edición del Barcelona Degusta, que ha tenido a Indonesia como país invitado, ha contado con la presencia de 27 reputados cocineros y ha organizado durante los cuatro días que ha durado el salón más de 90 actividades dedicadas a descubrir lo último en gastronomía.
El día de mayor afluencia fue el sábado, mientras que la jornada dominical fue muy tranquila, sin aglomeraciones