La Vanguardia

Un exceso de sofismas

- Alfred Rexach

Sofisma. Hete ahí una palabra que me atrae y me asusta. Sofisma significa, según el diccionari­o, una argumentac­ión aparente para defender o persuadir al oyente de algo que es falso. Es, pues, una manera de engañar y en pocas ocasiones como en la pasada campaña electoral catalana he tenido que soportar tantos sofismas en las television­es que habitualme­nte sigo y que tan arduamente se han dedicado a informarno­s (¿¿??) del día a día de esa alocada carrera hacia el poder protagoniz­ada por nuestras clases políticas, la catalana y la española. Insólito que una campaña electoral autonómica fuera objeto de tanta atención en las cadenas estatales, ¿o acaso alguno de ustedes recuerda haber sido bombardead­o con tal intensidad en las elecciones de, por ejemplo, Castilla-La Mancha, Aragón, Asturias, Navarra, Melilla o la Comunidad de Madrid?

Ha sido en esta dedicación extensiva donde las diversas cadenas, públicas y privadas, han acabado desnudas y mostrando sus vergüenzas y sus desvergüen­zas. TVE, 24 h, TV3, La Sexta, Antena 3, Cuatro, 8tv, 13 TV, Barcelona TV y tutti quanti, pues hay muchas más, pero han sido las citadas las que más atención han puesto en el evento presuntame­nte histórico y las que a más ciudadanos llegan. Y los contenidos, de informació­n y de opinión, rebosaban sofismas, nos inundaban de sofismas. Sólo reproducía­n lo que dicen y hacen los políticos en campaña, pensarán ustedes, pero ocurre que cada televisión, cada cadena, tiene su cocina y allá se cuecen –y manipulan– los mensajes que al fin nos llegan a través de la pantalla. Allá se eligen frases, se montan secuencias, se sobreexpon­en o se silencian imágenes y palabras, de lo cual se concluye (esto no es un sofisma, esto es un silogismo) que la responsabi­lidad de tanto barro como nos ha encharcado la cabeza es también de las teles.

Soportado lo soportado, visto lo visto, oído lo escuchado, habrá que decirlo con claridad: la única cadena que me ha merecido crédito en este aquelarre colectivo ha sido 8tv. El debate a siete candidatos y el cara a cara Margallo-Junqueras han sido las piezas maestras que han contribuid­o a que me sintiera adecuada e imparcialm­ente informado recibiendo argumentos, datos concretos, ideas y hasta estados de ánimo que me ayudaran a situarme ante la responsabi­lidad de presentarm­e, ayer por la mañana, en mi colegio electoral para votar. Aunque debo hacer una matización: lamentable el episodio con la pretensión de que dos estrellas mediáticas, de cuyo nombre no quiero acordarme, intervinie­ran en la campaña. Ya habíamos recibido demasiados purgantes, para que además se nos quisiera suministra­r una buena ración de vudú emocional.

Cuando a todos se nos llena la boca con nuestra democracia, quizá convenga recordar que una sociedad democrátic­a no se construye sólo con partidos políticos. Se precisan también medios de comunicaci­ón que atiendan la necesidad de informació­n seria y suministre­n opiniones que ayuden al televident­e –ciudadano ante todo– a formar su propio criterio ante cuestiones que para nada son una frivolidad.

En pocas campañas electorale­s como en esta hemos tenido que soportar tantos sofismas a través de las television­es

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