Una masía que cuenta
Tras sufrir las cuotas de producción lechera de la UE, el mas Casablanca de Taradell se consolida como editor infantil
Roser Romaní y Pep Cabanas, dos payeses que gestionan el mas Casablanca de Taradell, editan desde el año 2006 una colección de cuentos para acercar los niños al funcionamiento y a las actividades de una casa de payés tradicional catalana, para que conozcan una modelo de vida a punto de desaparecer.
El proyecto editorial empezó a gestarse en 1992, cuando a raíz de las directrices europeas sobre cuotas lecheras, los dos masovers tuvieron que dejar la explotación de una explotación vacuna. Buscando alternativas, “intentamos montar una granja de cerdos, y después dedicarnos a la cría de conejos. Pero como no queríamos convertirnos en industriales ganaderos, concentramos nuestra actividad payesa en una explotación tradicional, y optamos por desarrollar una actividad pedagógica consistente en abrir las puertas a las visitas escolares y familiares guiadas, y a editar una colección de cuentos”.
Desde 2006, Edicions Casablanca ha publicado 16 libros, escritos y realizados por el artista Joan Romaní, Scaramuix. En el primero, La visita de Valentina, de la mano de Fermí y Valentina, dos ratones que se conocen navegando por internet, se muestran las diferentes dependencias de una masía.
Después publicaron doce cuentos relacionados con las diferentes actividades campesinas ligadas a los meses del año: estercolar, labrar, sembrar, segar, cosechar o buscar leña, entre otros.
A principios de verano, Mas Casablanca celebró una fiesta para presentar los dos últimos cuentos: La carta, una visita a la Catalunya Nord y Anem a l’Hort. Este último sigue las aventuras de los dos ratones en un huerto y al final hace una alusión a los huertos urbanos que hoy empiezan a proliferar en los balcones.
Para Roser Romaní, “aunque el volumen de productos que se pueden cultivar en un balcón es reducido, es muy interesante que un niño vea crecer una tomatera que él mismo ha plantado, y que al cabo de unos meses pueda comerse un buen tomate”.
Scaramuix, el autor de los guiones, empezó su carrera como dibujante de cómics en Star, Cairo y El Víbora, y fundó el estudio creativo Artcelona y la productora de animación Cartoon Films. También se dedica a la pintura, la escultura y el teatro.
A la hora de crear los personajes –Fermí y Valentina–, Scaramuix eligió a dos ratones “porque son unos animales muy simpáticos que se pueden meter por todas partes y conectan con los niños”. Partidario de la línea clara, explica que mientras trabajó como publicista de productos de gran consumo infantil se dio cuenta de que “los niños entienden los dibujos informales, pero prefieren las cosas bien dibujadas y detallistas”, remacha.
Aunque el mundo cultural hoy se concentra en las ciudades, la cultura rural también existe. Tal como apunta Roser, “de más cerca o de más lejos, todos procedemos del campo, que es la madre del cordero. Ante el embate de la industria agroalimentaria, los payeses tradicionales quieren tirar la toalla; pero como todo es cíclico, tengo la esperanza de que el campesinado resurja. Todos comemos de la tierra, por más que las mejores zonas agrícolas se han asfaltado o se han saturado de polígonos y chalets”.