Dolor envasado al vacío
Interpretar los prolegómenos emocionales de un partido en el Camp Nou no es fácil. Ejemplo: para entender cualquier noticia sobre el fichaje de Neymar, hay que haber estudiado mecánica cuántica y saber que dos realidades pueden convivir en mundos paralelos. Sólo así se explica el peinado del jugador y su modo de lanzar el penalti. El gran argumento del club para defenderse de la acusación de fraude fiscal era que Neymar había tributado en Brasil, pero las noticias que llegan desde Brasil lo desmienten. Sólo la mecánica cuántica nos permite resolver la incógnita y especular que Neymar pudo haber pagado los impuestos aquí y allí y, al mismo tiempo, no haberlos pagado en ningún sitio. En cuanto a los penaltis, los errores también tienen explicación: el Barça está acostumbrado a que le roben penaltis, no a que los piten a granel.
Pero todo eso es anecdótico comparado con la lesión de Messi. Su dolor es distinto al de cualquier otro jugador. Si tarda más de dos segundos en levantarse, todos sabemos que pasa algo. Grave. Messi no hace comedia. Su ética no incluye los gestos de un Busquets o de un Suárez. Por eso, cuando el sábado nos comunicó gestualmente que no podía seguir, todos confirmamos la alarma inicial. En aquel momento el dolor provocó un efecto de cúpula de empatía sobre el Camp Nou que nos envasó emocionalmente al vacío. Preocupados, empezamos a interpretar todos los indicios. El rictus del doctor Pruna. La manera de salir del campo. La afectuosidad de Iniesta. Los movimientos en el palco. Fue una lección de periodismo intuitivo. Mientras el club mantenía su
catenaccio informativo, las radios y las redes sociales intercambiaban imprudencias y certezas. El coche. La salida del parking. El hospital. La duración de las pruebas. El grado de cojera del jugador. Pepe Costa. El tuit de David Torras.
Mientras tanto, el Barça seguía jugando y, gracias a un centro superlativo de Roberto, Suárez marcó un gol altamente analgésico. Es importante que cuando sufres por algo sustancial, las condiciones sean óptimas. Y Suárez creó el clima idóneo para que los culés pudieran concentrarse en lo esencial. Esta desconexión permitió no fijarnos en un paradón de Ter Stegen o en la facilidad con la que el Las Palmas llegó al área del Barça y estuvo a punto de marcar.
Ya llevamos unos días de mosqueo. Últimamente, se detecta en muchos culés la tentación de elegir la queja victimista en lugar de esforzarse en combatir las adversidades. Que si el ensañamiento mafioso de la FIFA. Que si la venta de Pedro. Que si la persecución fiscal a Neymar. Que si no tenemos banquillo. Que si las melifluas y envenenadas declaraciones del melifluo y venenoso Cardenal. Sólo nos faltaba la lesión de Messi para dejarnos tentar por la indolencia argumental. Por suerte, Luis Enrique rehuyó esta fácil salida e insistió en apostar por el trabajo, la confianza y la rectificación de errores. Lo dijo Jonathan Swift: “Las excusas son mentiras maquilladas”.
La situación actual del Barça es delicada. Precisamente por eso conviene mantener un grado exigente de transparencia para entender las circunstancias que ayudan a interpretar la realidad. Las condiciones son más adversas que las de otros años pero el calendario inmediato es un buen punto de partida para no caer en el abismo del pánico sensacionalista o en el onanismo de la flagelación. Ahora que el equipo sabe que Messi tendrá que seguirlos desde su casa, los jugadores tienen una motivación suplementaria para competir al máximo y lograr que este dolor (suyo y nuestro) sea, dentro de dos meses, una prueba superada.
(Camp Nou y 27-S: los gritos independentistas resonaron con más fuerza que nunca. ¿Será un síntoma sobre la posibilidad de solucionar o agravar la Tensión Territorial No Resuelta entre España y Catalunya? La prueba de que el Barça es integrador es la diversidad de inquietudes de los culés saliendo del estadio: a) los que pensaban que no soportarían una lesión grave de Messi y la victoria independentista un mismo fin de semana, b) los que pensaban que la victoria independentista les ayudaría a soportar mejor la lesión y c) los que pensaban que no soportarían una lesión grave de Messi y una derrota del independentismo el mismo fin de semana).
El calendario inmediato es un buen punto de partida para no caer en el abismo del pánico