“Los relojes de casa se paraban a la hora exacta en que murió”
Tengo 63 años. Nací en Michigan, me licencié en Lengua Inglesa en Oxford y vivo en California. En el 2008 me retiré, era editora y presidenta del ‘Sacramento Bee’. He enviudado dos veces. Tengo un hijo de 25 años. Defiendo el individualismo. Creo en Dios
Cuando era editora del Sacramento Bee, ¿creía en los espíritus? No. Durante treinta años estuve en un mundo que se basaba en los hechos, donde estas historias no tenían cabida. Pero cuando mi marido Max murió de un cáncer rápido y agresivo, empecé a enfrentarme a fenómenos extraños.
¿Qué tipo de fenómenos? Las luces parpadeaban, llamaban con los nudillos en las paredes de casa, se abría y cerraba la puerta principal, los relojes de casa se paraban a la hora exacta en que murió, las alfombras se movían de sitio durante la noche y en alguna ocasión vi a Max.
Cuénteme. Una noche me desperté y lo vi sentado a los pies de la cama, estaba bien, fuerte, musculoso, como antes de la enfermedad. Yo me recliné, estuvimos algunos minutos, que me parecieron horas, mirándonos.
¿No hubo palabras? No. Fue extraño, me dijo que estaba bien, que no debía preocuparme, pero lo hizo sin palabras. Cuando intenté tocarlo, se difuminó. Al día siguiente la sensación seguía conmigo, pero me dije que tal vez había sido un sueño. Seguían sucediendo, yo los fotografiaba y databa, pero aparqué el tema y no lo comenté con nadie. Tenía un hijo de 14 años pasando el duelo de su padre.
Entiendo. En el primer aniversario de la muerte de Max apareció en el espejo del baño la huella de una mano, era como una radiografía hecha con polvo. Mi hijo estaba en el salón, le llamé y le pedí que pusiera su mano junto a la del espejo.
¿Por qué? Pensaba que me estaba gastando una broma, pero la mano era mucho más grande. Yo había estado en el baño una hora antes, aquello no tenía explicación, pero mis ojos vieron la huella y mi mente dijo: “Esto no es posible”.
¿Qué hizo? Documentarlo e ignorarlo, como tantas otras cosas inexplicables que siguieron y más huellas en días señalados. Como editora no podía investigar esos hechos, habría perdido mi trabajo, era un conflicto de intereses.
¿Qué entendía usted? Max era un asesor político ateo, un día me dijo que si moría antes que yo y existía otra vida intentaría comunicarse conmigo, así que cuando me jubilé decidí investigar.
Mi ¿Dónde?, pregunta ¿cómo?era: “¿Sobrevive nuestra conciencia sólo a espirituales,la muerte?”. sino Quería sobre hallar todo respuestas científicas, noy eso Físicome llevó experimental.al doctor Paul Wendland.
Doctor sensores por de la la UCLA. navegaciónSu empresa estelar construyópara la navelos Voyager.¿Le aclaróHa pasadoalgo? su vida investigando la luz.
Me explicóes luz, quey que en el los tiempo estadosy el más espacio sutiles sonla materiauna convención.posible que existanAsí llegué otrasa la dimensionesconclusión de paralelasque es y que la conciencia puede viajar por ellas.
El ¿Qué doctor otros Dean científicosRadin, ingeniero entrevistó? eléctrico y doctor en Psicología, jefe del Institute of Noetic Sciences, donde se estudia la conciencia.
¿Y?
Entre muchas otras cosas me explicó sus experimentos de cómo la mente afecta a la materia y puso a mi disposición todo el material recopilado sobre las premoniciones de muchas personas sobre la catástrofe del 11-S.
¿A qué conclusión llegó?
Mi hipótesis es que si la conciencia existe fuera del cerebro, cuando mueres perdura y puede afectar a la materia, que es lo que creo que pasó con esa huella de polvo en el espejo. Entrevisté a muchos otros científicos reconocidos que se atreven a investigar sobre esos temas tabú.
No están bien vistos, eso es cierto.
...Como el doctor Bruce Greyson, de la Universidad de Virginia, una autoridad mundial en experiencias cercanas a la muerte, o Gary Schwartz, profesor de Psicología, Neurología y Cirugía de la Universidad de Arizona, una autoridad mundial en médiums.
¿Ha entendido qué quería Max?
Mandarme el mensaje de que existía esa otra dimensión, algo que no es físico y que funciona a otra velocidad. Él sabía que yo estaba en condiciones de hacer algo con esa información.
...
De todas formas esta es sólo mi historia, no intento convencer a nadie, pero si no la hubiera escrito, no habría podido vivir tranquila.
¿Y cómo ha reaccionado el mundo en el que usted se movía?
El establishment es reticente, como lo era yo. Me entrevistaron en la CBS e hice una gira por EE.UU. Creo que si supiéramos, no sólo por la fe de las religiones, sino mediante la ciencia moderna, que nuestra conciencia sobrevive a la muerte, ese conocimiento afectaría profundamente al modo como nos comportamos. Es necesario que se investigue más.
A usted, creerlo ¿en qué la ha cambiado?
Vivo el presente, no pierdo el tiempo. No discuto y no juzgo a mis seres queridos. Priorizo el amor, ese hilo que nos mantiene unidos. Si tratas bien a las personas cuando están vivas, tendrás menos dolor cuando mueran, no te pesará lo que no dijiste, lo que no has hecho por ellas.