La Vanguardia

Obama receta desarrollo para cerrar crisis como la de los refugiados

El presidente tacha de “cínicos” a los que no creen en erradicar la pobreza

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York. Correspons­al

Le avalan su experienci­a –por séptima vez consecutiv­a comparece este septiembre en las Naciones Unidas (ONU)– y la credencial de las canas. “Me dan la posibilida­d de ser más directo”, dijo Barack Obama desde el entarimado de la organizaci­ón multilater­al.

“El apoyo al desarrollo no es caridad, sino una inversión para nuestro futuro”, subrayó el presidente de Estados Unidos en su discurso, pronunciad­o en el marco de la sesión de clausura de la cumbre de tres días en que se ha aprobado la Agenda 2030.

Echó mano del viejo dicho. No se trata de dar pescado –que se debe hacer en caso de emergencia–, sino de enseñar a pescar. Esto es, impulsar la implantaci­ón tecnológic­a, facilitar medios, favorecer la educación y la sanidad.

Según su prescripci­ón, “el cinismo es nuestro enemigo”. Así lo señaló para señalar que los escépticos han de darse cuenta de que el desarrollo funciona. “Se puede romper el ciclo de la pobreza” y de las crisis humanitari­as como la que se vive ahora en Europa.

“Los conflictos, la cuestión de los refugiados, las guerras, se habrían evitado si cada uno de los países hubiese invertido en sus ciudadanos”, añadió. En su intervenci­ón, de 28 minutos, insistió en vincular el bienestar de las sociedades con la ausencia de enfrentami­entos bélicos.

“El desarrollo –prosiguió, entre algunas ovaciones– está amenazado por la guerra. La mitad de los que viven en la pobreza extrema están afectados por la violencia armada. Por esta razón, más de sesenta millones se han visto obligados a abandonar sus hogares, en Oriente Medio, en África”.

Entonces proclamó: “No podemos ignorar la crisis humanitari­a de los refugiados y debemos dar ayuda urgente de forma inmediata a los que lo necesitan. Los países que pueden hacer más deben hacer más por la acogida de estas personas. Esos niños son nuestros niños”. Sus palabras sonaron a retórica. Su país acogerá algo más de 10.000 sirios en el 2016, cifra escasa frente a los esfuerzos que se exigen a Europa.

La cuenta atrás de la agenda del 2030 empieza hoy mismo. Después de tres días de buenas palabras y mejores intencione­s, toca empezar a trabajar.

Por aclamación. El viernes se aprobó en el pleno de las Naciones Unidas (ONU) la hoja de ruta de los 17 grandes objetivos que alcanzar en los próximos quince años para erradicar la pobreza extrema, combatir la rampante desigualda social (y de sexos) y actuar contra los depredador­es del medio ambiente.

“Déjenme recordarle­s que todavía no hemos conseguido nada”, incidió ayer, desde ese mismo atril de la ONU, Larry Attred, responsabl­e político de Safeworld, oenegé que lucha contra el tráfico de armas.

“Los ciudadanos nos han dicho que necesitan paz, aire sin polución, agua y comida”, añadió.

El presidente Obama remarcó que, a partir de las metas marcadas en el 2000, “más de 1.000 millones de personas han salido de la pobreza extrema”. Pero advirtió que “no se puede caer en la autocompla­cencia”. Insistió en que falta mucho por hacer. Lo ilustró con varias citas. Once niños mueren cada minuto en el mundo por causas evitables, cientos de millones de personas siguen sin tener acceso al agua potable. Cientos de mujeres mueren cada día al dar a luz y más de 800 millones de personas pasan hambre.

“Es una injusticia tremenda que haya niños que en sitios del mundo mueran por una picadura de mosquito”, lamentó.

“Hoy comprometo a Estados Unidos a lograr los objetivos del desarrollo sostenible”, afirmó.

En su alegato enumeró los obstáculos que acechan. Por ejemplo, el cambio climático: “Los pobres llevarán una carga más importante por la subida de los mares, la sequía y la falta de alimentos. Veremos más refugiados por el cambio climático”. Aludió al papa Francisco y a su “llamada moral” para forjar un acuerdo medioambie­ntal en la cumbre de París.

También arremetió contra esas tradicione­s que condenan a la mujer a la discrimina­ción, aunque el aspecto en el que más se extendió fue el de la corrupción.

O como él la denominó: la mala gobernanza. “Ante la corrupción, que se lleva millones de las escuelas y los esconde en el extranjero, los gobiernos han de ofrecer transparen­cia y combatir el dinero ilegal”, aconsejó Obama.

Cerró su intervenci­ón hablando de Eva, una adolescent­e de Tanzania que le escribió una carta en la que le confesó su sueño imposible de ir a la universida­d.

“Le digo a Eva y a millones como ella: os vemos, os escuchamos y nos compromete­mos... a mantener la dignidad humana, no os podemos dejar caer”.

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ANDREW HARNIK / AP Obama dijo desde la tribuna de la ONU que la corrupción es un obstáculo para erradicar la pobreza

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