La Vanguardia

Los tiempos complicado­s

- Màrius Carol

SIR Winston Churchill era hombre de mar, hasta el punto de que llevaba tatuada un ancla en el brazo, así que sabía que en las tormentas en el océano no hay que perder los nervios, sino encomendar­se al capitán de la embarcació­n hasta que amaine. Artur Mas, que tiene un timón en su despacho regalado por su padre tras ganar las elecciones a modo de metáfora náutica del poder, va a tener una complicada navegación para ser reelegido presidente de la Generalita­t. La CUP manifestó en campaña que no le votaría para tal cometido y ayer sus dirigentes volvieron a repetirlo, pero en cambio subrayaron que apoyarían el proceso que había iniciado hacia la independen­cia. Su voto será decisivo –más de lo que nunca imaginaron los miembros de la fuerza anticapita­lista–, pues los 62 escaños finales de Junts pel Sí suponen que necesitará­n dos de sus votos para que Mas salga en una segunda o posterior votación, pues el resto de los partidos sin la CUP suman 63 diputados. En caso contrario, podría ser necesario ir a unas nuevas elecciones a principios de año.

En Junts pel Sí hay más preocupaci­ón que nervios, aunque estos tampoco escasean. Soluciones hay. De hecho, en el Parlament, los tres diputados de que disponía la CUP han llegado a votar en tres sentidos distintos (sí, no y abstención) en la pasada legislatur­a, ante la declaració­n soberanist­a de la Cámara. Así que podrían explorarse alternativ­as imaginativ­as para desbloquea­r la situación, aunque el precio político que a cambio pueden pagar las gentes de Junts pel Sí puede ser alto e incluso difícil de explicar en las propias filas soberanist­as. El citado Churchill escribió en sus memorias que si uno quiere que el caballo tire, no tiene más remedio que darle un poco de heno, que, como argumento, es la apología del pragmatism­o con los rivales. En cualquier caso, los tiempos complicado­s ya están aquí y han venido para quedarse una buena temporada.

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