La ONU, en el punto de mira
Los gobernantes critican la incapacidad de la institución para velar por la paz
Los pasillos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ofrecen mucho colorido. En este escenario global, el trajeado a lo occidental se cruza con un grupo de mujeres africanas ataviadas de forma luminosa o el dirigente árabe con su túnica y turbante.
Durante la Asamblea General, cada septiembre, y como pocas veces, el mundo se da cita en este icónico edifico de la Primera avenida de Manhattan. Cualquiera pensaría que en el planeta reina la concordia en lugar del caos. Sólo es un espejismo. En esta ocasión, el cónclave de gobernantes, de primeros espadas, ha alcanzado una dimensión de una envergadura poco habitual. Salvadores del mundo –el estadounidense Obama o el francés Hollande– subieron ayer al mismo entarimado que miembros del catalogado eje del mal, con el ruso Putin, el cubano Castro (Raúl) y el iraní Rohani. Sin olvidar la amenaza amarilla, en lo económico y lo cibernético, del presidente chino Xi Jinping.
Uno a uno se sucedieron en el atril de la institución multilateral, cargados de buenas intenciones, evitando desplantes directos como el legendario del desaparecido Hugo Chávez. En el 2006, el venezolano dejó la frase “aquí estuvo ayer el diablo, huele a azufre todavía”, en alusión al entonces presidente George W. Bush.
Desde la tribuna no se escucharon desplantes de este tipo, aunque Obama y Putin se cruzaron dardos envenenados. En medio de buenas promesas – a ver quién da más– y expresiones del tipo “he venido hablar de mi libro”, si que hubo un asunto recurrente.
Todos festejaron el 70.º aniversario del establecimiento de las Naciones Unidas y, de manera más o menos velada, todos criticaron la inoperancia habitual en que la ONU cae en la actualidad como recurso para evitar guerras o actuar con rapidez al saltar el conflicto. Su mecanismo sigue anclado siete décadas atrás.
“Vivimos un tiempo paradójico”, afirmó el danés Mogens Lykketoft, presidente de la Asamblea en su discurso de apertura.
“Nunca antes, tal cantidad de humanos ha disfrutado de tan buena vida, pero nunca habíamos encarado semejante riesgo de ruptura profunda en las condiciones básicas de existencia”.
Según su visión, “mientras una gran parte de la humanidad disfruta de paz, la locura de la guerra y la autodestrucción se han incrementado en Oriente Medio, en zonas de África y de nuevo en Europa, creando una catástrofe humanitaria y más refugiados que en cualquier otra época desde la Segunda Guerra Mundial”.
En sus palabras de bienvenida, Ban Ki Mun, secretario general de la ONU, subrayó que ese sistema humanitario no es que no funcione, es que esta arruinado: carece de fondos. “El mundo continúa despilfarrando trillones en gastos militares, ¿por qué es más fácil encontrar dinero para matar personas y destruir la Tierra que para protegerlas”, señaló.
La argumentación sobre la ONU parecía copiada de unos a otros. Primero el beso y luego la pedrada. Xi Jinping aludió a la derrota del fascismo como marco para crear la ONU, organización
El presidente Xi Jinping manifiesta desde la tribuna que China “no busca la expansión”
El dirigente ruso defiende la vigencia del derecho al veto en el Consejo de Seguridad por ser algo natural
“representativa que ha llevado la esperanza a tantos lugares”.
A continuación, el garrotazo: “Ha de afrontar cómo promover mejor la paz y la seguridad en el siglo XX”. Prometió contribuir. Además de asegurar que “China no busca la expansión” –sin mención por supuesto la creación de islas y el conflicto con Japón–. remarcó que su país aportará 1.000 millones al fondo de desarrollo de la paz de las Naciones Unidas, otros 100 a la Unión Africana de cara a mejorar la respuesta militar en casos de emergencia y 8.000 unidades a la fuerza pacificadora de la ONU.
“Las Naciones Unidas estableció una paz y una seguridad sostenible después de dos grandes guerras”, elogió Hasan Rohani, presidente de Irán. “Desgraciadamente –matizó–, se ha de indicar que, en la mayoría de las situaciones, esta importante institución internacional no ha tenido éxito o no ha sido efectiva”.
Dilma Rousseff habló de pasos adelante y de retrocesos. Hay cosas buenas, pero “ha fracasado en la cuestión de la seguridad colectiva, la razón por la que nació y que sigue en el centro de preocupación”. Rousseff, que se sirvió de la tribuna para negar la corrupción en su gobierno, solicitó una reforma del Consejo de Seguridad (CS) como solución a su obsolescencia. Los cincos miembros (EE.UU., Francia, Reino Unido, Rusia y China) disponen de la capacidad de bloquear aquello que no les gusta y dejar las resoluciones en el limbo.
Pero para el ruso Vladímir Putin, que reconoció la amplia crítica a la ONU por su falta de eficiencia, la existencia de ese veto lo calificó de “algo absolutamente natural” para una organización forjada en tal diversidad.
Cada país aprovecha para lanzar mensajes muy concretos. François Hollande descartó una alianza contra el Estado Islámico (EI) con el presidente sirio El Asad: “El origen del problema no puede ser la solución”. En tanto que el mexicano Enrique Peña Nieto disparó a Donald Trump, sin nombrarlo, por haber estigmatizado a los inmigrantes.