El embajador ruso provoca a Polonia culpándola de la II Guerra Mundial
Amonestado por el Ministerio de Exteriores polaco, el embajador de Rusia en Varsovia se retractó ayer parcialmente de sus afirmaciones en el sentido de que Polonia fue corresponsable de la Segunda Guerra Mundial y de que la Unión Soviética de Stalin no la invadió en septiembre de 1939. Al salir del Ministerio, donde le fue entregada una nota de protesta por sus “falsas” e “injustas” declaraciones en una entrevista a la televisión TVN, el embajador Serguéi Andréyev dijo que había sido “malinterpretado” y que “no quería insultar a los polacos”.
Sin embargo, el embajador sostuvo que fue la política de Polonia en los años 30 del siglo pasado, y no la agresión común del Tercer Reich de Hitler y la URSS de Stalin, sellada en el pacto Ribbentrop-Molotov de agosto de 1939, la que condujo al desastre de 1939. El Gobierno polaco convocó al embajador ruso para protestar y recordarle que el pacto nazialemán de 1939 fue condenado por el último parlamento de la desaparecida Unión Soviética y que tanto Mijaíl Gorbachov como el primer presidente ruso, Boris Yeltsin, reconocieron y condenaron la masacre de Katyn, en la que 23.000 oficiales polacos fueron asesinados por la tropas soviéticas tras la invasión.
El pacto entre la Alemania nazi y la URSS no sólo supuso el reparto de Polonia y la concesión de otros territorios de la Europa del Este (Lituania, Estonia, Letonia y parte de Rumania) a la URSS de Stalin, sino que fue un detonante de la Segunda Guerra Mundial que la propaganda soviética y comunista silenció o falseó hasta los años postreros de la URSS.
De hecho, en la entrevista el embajador repitió al pie de la letra la justificación al pacto Ribbentrop-Molotov ofrecida por este último en 1939, cuando afirmó que las tropas soviéticas habían entrado en las “tierras de Bielorrussia y Ucrania occidental (como si no fueran Polonia) en un acto de autodefensa para garantizar su seguridad” y cuando “el destino de Polonia estaba sellado”. El embajador no mencionó ni la masacre de Katyn ni la deportación a campos del gulag en Kazajistán y Siberia de varios millones de polacos, ucranianos y bielorrusos.
Pocos polacos, y desde luego pocos en el Gobierno, creen que las declaraciones del diplomático fueran un desliz inocente. Muchos lo atribuyen al deliberado intento de provocar una reacción airada ante un asunto tan sensible. Polonia es especialmente crítica con la anexión rusa de Crimea y la invasión rusa del este de Ucrania, y apoya las sanciones de la UE y EE.UU. La diplomacia rusa gusta de tantear hasta dónde se mantiene el frente común europeo ante su agresión a Ucrania.