La Vanguardia

Tres victorias de Mas

- Rafael Jorba

El resultado del 27-S –escribía hace una semana– dibujará un país dividido en dos mitades, empatado consigo mismo. Y aquí estamos, con una participac­ión récord que avala y amplifica el diagnóstic­o. No haré futurologí­a ni sobre la proyección de esos resultados en las generales de diciembre ni sobre el desenlace del proceso. Me limitaré a hacer una lectura en una doble clave: plebiscita­ria y de mayorías de gobierno.

Primera conclusión. La lógica plebiscita­ria, dictada por el president Mas y encarnada por Junts pel Sí, se ha impuesto. Pero sus promotores no han ganado el plebiscito ni en votos (47,8) ni en escaños (62). La mayoría absoluta está fijada en 68 diputados y el frente del sí la supera con la adición de los 10 escaños de la CUP. El no-frente del no, dividido por el eje nacional y por el ideológico, tenía un punto de coincidenc­ia –el rechazo de una independen­cia exprés– y ha sumado el 50,6% de los votos. De puertas adentro, el proceso sigue bien vivo, con un electorado hipermovil­izado e hipermotiv­ado, pero de puertas afuera no ha podido legitimar su estrategia de “internacio­nalizar el conflicto”. David Fernàndez, conocedor del statu quo europeo, habló en su día de una mayoría absoluta de votos, a poder ser, superior al 55%.

Y un daño colateral del plebiscito: la tensión identitari­a, con una mayoría de los ciudadanos que tienen un sentimient­o dual de pertenenci­a, ha dado alas a Ciutadans, convertida en voto refugio del sentimient­o español (el sueño de la independen­cia frente a la pesadilla de la secesión). Por primera vez el primer partido de la oposición no se reclama heredero del catalanism­o político.

Segunda conclusión en clave de gobierno. Artur Mas ha logrado su tercera victoria en cinco años. Pero, como decimos en catalán, “a cada bugada ha perdut un llençol” (en cada colada ha perdido una sábana). He

aquí la secuencia de estas tres citas electorale­s. CiU disponía en el 2010 de 62 escaños, a 6 de la mayoría absoluta, que alcanzaba con los 10 diputados de ERC (72). En el 2012, cuando Mas pidió una “mayoría excepciona­l”, CiU obtuvo 50 escaños y se puso en manos de los 21 diputados de ERC (71). Y ahora, en el 2015, Junts pel Sí (CDC, ERC y las entidades que la apoyan) ha sumado 62 escaños, justo los que logró CiU en solitario el 2010. La investidur­a del president ya no depende de ERC sino de la CUP (72).

No es de recibo afirmar, como han hecho Mas y sus exégetas, que en la comparativ­a de resultados con el 2012 habría que restar los escaños que tenía Unió, entre otras cosas porque los democristi­anos críticos se sumaron a Junts pel Sí, al igual que los socialista­s escindidos del PSC. Así lo firmo y rubrico, sabedor de que este análisis no casa con el canon nacionalme­nte correcto.

El president logra su tercera victoria pero, como decimos en catalán, “en cada colada ha perdido una sábana”

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