Siria: entre divergencia y pragmatismo
LA necesidad de derrocar al Estado Islámico en Siria e Iraq podría acercar las posiciones, hasta ahora encontradas, entre Estados Unidos y Rusia respecto de la continuidad del presidente Bashar el Asad, “un tirano” según el presidente Obama, y el “representante de un Gobierno legítimo” según Vladímir Putin. Ambos líderes discreparon ayer abiertamente ante la Asamblea General de la ONU sobre cómo resolver la crisis siria, si bien Obama abrió la puerta a trabajar con Rusia e Irán en este tema. Una cuestión sin duda por abordar en la reunión que tenían previsto mantener anoche, la primera en un año.
El reciente pacto entre Rusia, Irán y Siria para ayudar al ejército de este país en su lucha contra el terrorismo y el envío de aviones y tropas rusas a suelo sirio parece haber sido la llave que podría abrir la posibilidad de un acuerdo Washington-Moscú. En su parlamento ante la Asamblea de la ONU, Obama se declaró, como hemos dicho, dispuesto a “trabajar con Rusia e Irán” para resolver el conflicto sirio y abogó por una “transición” que desemboque en la salida del presidente El Asad porque “tras tanta sangre y destrucción no puede haber un retorno al statu quo de antes de la guerra”. Era la primera respuesta directa al intento de Putin de incrementar el papel de Rusia en el conflicto de Oriente Medio.
Por su parte el líder ruso, en su intervención ante la Asamblea General, marcó distancia con Obama al subrayar que es “un grave error” no cooperar con El Asad ya que “sólo su ejército y los kurdos combaten de verdad contra el EI”, por lo que propuso una amplia coalición internacional, con destacado papel de los estados árabes de la región, para luchar contra el terror y apoyar al “Gobierno legítimo” de Siria.
Es decir, que mientras Estados Unidos defiende un cambio en el statu quo, con la salida final del poder de El Asad, Rusia reitera su apoyo al actual régimen sirio. Pero, pese a los dos puntos de vista antagónicos, el pragmatismo de luchar contra un enemigo común, el Estado Islámico, puede posibilitar un pacto.
El imparable avance del Estado Islámico, de una parte, y el fracaso de los ejércitos sirio e iraquí en hacerle frente, así como la crisis migratoria de refugiados de la región que sufre Europa, junto al papel positivo desempeñado por Rusia en el acuerdo para la resolución del conflicto nuclear iraní, pueden haber influido decisivamente en la visión de Estados Unidos con respecto de El Asad, aunque Washington y la comunidad internacional siguen responsabilizándole de una gran parte de las 240.000 muertes habidas desde que estalló el conflicto, hace cuatro años y medio.