Una noche ‘plebiscinómica’
La noche de las elecciones plebiscinómicas nos ha proporcionado buenos momentos de televisión informativa y opinativa. Las cadenas españolas han entendido que, para tener credibilidad y no perder cuota de mercado, no podían mantener la autarquía endogámica de ignorar una realidad que, con un vigor democrático que será difícil manipular, les ha explotado en las manos. Las diferencias entre los instantes previos a los primeros resultados y el recuento, con ramalazos notables de abyección y grandeza periodística, son interesantes.
Antes de los resultados, la frase más repetida es: “Si se confirma que...”. Después es: “No se puede extrapolar”. Cuando los platós son, en sentido estricto, una sala de espera, aún hay tertulianos que intentan influir de manera retrospectiva bien en la voluntad de los votantes, bien en la evidencia de los resultados. El despliegue de La Sexta, liderado por Antonio García Ferreras y Ana Pastor, ofrece un debate interesante entre Xavier Sardà y David Fernàndez, de la CUP. Sardà lleva años clamando en el desierto de un federalismo que no le interesa a nadie y que, pasado por el filtro de su gestualidad y de un sentido incontinente del espectáculo, no siempre logra transmitir la diversidad de matices de su discurso (mucha gente sigue situándolo en el noctambulismo vicioso de Marte). Fernàndez, en cambio, hace apología de una batería de reivindicaciones altamente revolucionarias, bajando el tono de voz cual seductor de barra de bar y cerrando los ojos como un pianista de jazz durante un solo disonante. Fernàndez puede anunciar que mañana nacionalizará la banca y al mismo tiempo despertar en las hijas de los banqueros el deseo de abrazarlo como un peluche. En general, se agradece la intención de renovar un poco las plantillas de analistas. En TV3, combinaron experiencia y juventud con aportaciones como las de Ernesto Ekaizer, Bel Olid, Lluís Orriols o José Antich. También fue muy acertada la infografía de escaños, con imágenes mutantes de los líderes recortadas sobre el hemiciclo como en un juego infantil. En 8TV, Josep Cuní se mantuvo como alternativa, tanto en la sustancia informativa como en la zona de debate. Ayer, Susanna Griso trasladó su
Espejo público (Antena 3) a Barcelona. En vez de explotar la plantilla fija de tertulianos, contó con analistas que son habituales a los medios catalanes pero más inusuales en el universo mediático en español: Nacho Martín Blanco, Rafa Nadal, Enric Hernández o Bernat Dedéu (junto al siempre imprescindible David Gistau). Fiel a un hábito que ha tenido una clara repercusión en el resultado, Ana Rosa Quintana entrevistó a Albert Rivera y, en la tertulia, participó, entre otros, Arcadi Espada.
MAFIOSOS MA NON TROPPO. La serie Public morals, producida por Steven Spielberg y dirigida y escrita por Edward Burns, retrata con gran eficacia las peripecias de un grupo de policías que, pese a estar moderadamente corrompidos, intentan contener los excesos mafiosos en el barrio de Hell’s Kitchen de Nueva York. El argumento tiene ritmo y engancha pero el problema es que cualquier seriéfilo mínimamente exigente sentirá la tentación de compararla con Boardwalk empire y constatará que, hoy por hoy, no hay color.
De TV3 agradó la infografía de los escaños, con imágenes mutantes de los líderes recortadas como en un juego infantil