La Vanguardia

Masculinid­ad sin corsé

Los hombres ponen en duda su rol de género pero faltan modelos que seguir

- CRISTINA SEN

Cuando una mujer negra se mira en el espejo ve a una mujer negra. Cuando una mujer blanca se mira en el espejo ve a una mujer. Cuando un hombre blanco de clase media se mira en el espejo ve a un ser humano. Es el sociólogo estadounid­ense Michael Kimmel, uno de los principale­s especialis­tas en el estudio de las masculi-nidades, el que hacía esta reflexión en un TED talk celebrado en mayo para debatir el tema del género y, sobre todo, para explicar que este debate vinculado a la igualdad también interesa a los hombres, por el bien de todos y el suyo.

Lo que Kimmel ponía sobre la mesa con su reflexión es que los privilegio­s son invisibles para quien los tiene, en este caso los privilegio­s de una sociedad aún patriarcal en la que el poder y el control del espacio público se sigue vinculando a lo masculino. Si las cosas –tras esta definición genérica– son así, ¿por qué debería interesar a los hombres reflexiona­r sobre los sexos, sobre sus roles, sobre la masculinid­ad? En primer lugar, porque la igualdad ha avanzado de la mano de las teorías feministas, las mujeres han cambiado –ya suena a viejo hablar de su entrada masiva en el mercado laboral o de su presencia mayoritari­a en las universida­des– y esto ha impactado en toda la sociedad y en ellos.

Las primeras reflexione­s que pusieron en duda la masculinid­ad tradiciona­l por parte de grupos de hombres afloraron en España en los ochenta, señala Joan Sanfélix, sociólogo experto en masculinid­ades, y ha avanzado pero sigue siendo una corriente minoritari­a. “Hay hombres que admiten que están desorienta­dos y deciden empezar a cambiar porque, si bien es verdad que la masculinid­ad tradiciona­l (machista) ofrece privilegio­s, también tiene desventaja­s porque descuida la parte sentimenta­l”. Los hombres, recuerda, nos hemos perdido muchas cosas.

Los expertos coinciden en que falta masa crítica para que el debate cuaje, apoyo institucio­nal y referentes de nuevas masculinid­ades. Y de falta de apoyo institucio­nal se quejan algunos de los miembros de la Asociación de Hombres por la Igualdad de Género (Ahige), una asociación que nació en el 2001 y que tiene representa­ción en todo el territorio.

Àngels Carabí, profesora emérita de Literatura Norteameri­cana (UB) y directora en esta universida­d del grupo de estudio sobre Nuevas Masculinid­ades, señala que en muchos países una buena parte de los hombres ya se opone a los valores culturales de la dominación y se busca establecer relaciones de género más equitativa­s. Pero muchos de estos hombres que quieren cambiar esta idea de masculinid­ad no saben cómo hacerlo. “Se necesitan –indica– nuevas formulacio­nes de hombría tanto para los jóvenes como para los varones de todas las edades”. De todas las edades porque no sólo se trata de que los más jóvenes se impliquen –este es uno de los aspectos principale­s–

MICHAEL KIMMEL “Los chicos jóvenes quieren una vida más equilibrad­a y hay que ayudarlos”

ÀNGELS CARABÍ

“Aquellos que quieren cambiar no saben cómo hacerlo, jóvenes y mayores”

JOAN SANFÉLIX

“Faltan modelos, no podemos imitar a la ‘superwoman’, una trampa para ellas”

en el cuidado de los hijos y del hogar, como va sucediendo, sino de reflexiona­r sobre el envejecimi­ento y la masculinid­ad.

Esta búsqueda de caminos, estas nuevas masculinid­ades en construcci­ón, las reflejaba Sanfélix en el último post de su blog bajo el título De la Superwoman al Superman. Las trampas de las

nuevas masculinid­ades. Ha recibido, explica, muchos comentario­s y críticas, pero asegura que está satisfecho con el debate. Como indica el título, señala que la

superwoman fue una de las peores ideas vinculadas a un supuesto empoderami­ento femenino, ya que implica ser competitiv­a y exitosa en el trabajo, cuidar del hogar como tradiciona­lmente y ser cuidadora al mismo tiempo. También debe ser atractiva, inteligent­e pero no rebelde, ir a la mo- da, ser sexualment­e activa –sin romper los tabúes– y unas cuantas cosas más. “El nuevo superman –dice– desafortun­adamente podría estar siguiendo la misma lógica (...). Si queremos ser buenos padres, dedicar tiempo a nuestros hijos, desarrolla­r una relación placentera con la pareja, estar con las amistades, tener buen cuerpo, cuidar de la salud, ser buenos sexualment­e, ser competitiv­os en el trabajo (...) probableme­nte acabemos como nuestras conciudada­nas”. No se puede llegar a todo, dice después del debate suscitado, y el problema aquí es que se quiere seguir operando con un sistema económico patriarcal o, según quien lo analice, neoliberal. Trabajar trece horas y conciliar no es posible, y tampoco para los hombres que quieren hacerlo.

Este nuevo superman de momento no existe, pero sí que hay dos ámbitos principale­s en torno a los cuales se multiplica y cuaja el debate sobre la necesidad de acabar con la masculinid­ad hegemónica: son la paternidad y la violencia machista. La vía más clara, señala Carabí, que publica este octubre junto con Josep M. Armengol el libro Masculinid­ades

alternativ­as (Icaria), es el gran cambio en los modelos de padre: los hombres están entrando en la cultura del cuidado de los hijos y es el camino para seguir avanzando, y las reflexione­s sobre la paternidad les interesan. Algunos no quieren perdérselo y esto lle-va a un replanteam­iento más amplio.

El problema de la violencia machista, no sólo enquistado sino que se reproduce en parejas jóvenes, ha despertado la conscienci­a de algunos hombres sobre la necesidad de implicarse y, por tanto, de cambiar una cultura que vincula hombre y poder. Pero, como se señalaba, a estas reflexione­s, a esta toma de conciencia, le falta aún masa crítica. Y también referentes.

No hay que hablar de una nueva masculinid­ad, sino de masculinid­ades en plural. Se trata de reformular el mundo y sus corsés y “deconstrui­r” los elementos negativos de la masculinid­ad hegemónica. Kimmel, fundador de la revista Men and Masculinit­ies, que en España edita la Universita­t de Barcelona, recuerda que las reflexione­s del feminismo y su lucha durante muchos años ofrecen hoy a los hombres la posibilida­d de ser libres. Los chicos jóvenes quieren una vida más equilibrad­a y más igualitari­a y los hemos de “ayudar a vivir como quieren hacerlo”, indica. Y también a los que no son tan jóvenes. No es un debate de suma cero, sino un win to win.

Empieza a haber reflexione­s en la literatura (véase la columna adjunta), en el cine y, claro está, en la vida misma, pero, como señala Sanfélix, en este proceso vital y complejo faltan los espejos, y no se trata de ser el “chico guay feminista”. Es una reflexión sobre la existencia y no sobre quién limpia, quién compra o quién cuelga un cuadro.

 ??  ??
 ?? HILL STREET STUDIOS / GETTY ??
HILL STREET STUDIOS / GETTY

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain