La Vanguardia

Citados pocos días antes de constituir el Parlament

El president está convocado para el 15 de octubre

- SANTIAGO TARÍN

El presidente en funciones de la Generalita­t, Artur Mas, declarará como imputado en el Tribunal Superior de Justícia de Catalunya (TSJC) por la consulta del 9-N el próximo 15 de octubre. Dos días antes, el 13, tendrán que hacerlo la entonces vicepresid­enta del Govern, Joana Ortega, y la consellera d’Educació, Irene Rigau. Así consta en una providenci­a del tribunal, hecha pública ayer, y firmada por el magistrado que instruye la querella, Joan Manel Abril.

La providenci­a es escueta y no aporta argumentos sobre las comparecen­cias. Únicamente se comunica que para seguir “la presente instrucció­n” se cita a Irene Rigau a las diez de la mañana del 13 de octubre, a Joana Ortega a las cuatro de la tarde del mismo día y a Artur Mas a las diez de la mañana del 15. Para referirse a ellos se emplea el término “querellado­s”, que equivale a imputados, pues significa que deben acudir en compañía de sus abogados y pueden acogerse al derecho que tienen como tales de no responder a las preguntas.

Las fechas de las declaracio­nes sitúan las comparecen­cias poco antes de que se convoque al nuevo Parlament, que debe ser en el arco que va del 19 al 26 de octubre; y, en el caso de Mas, con una coincidenc­ia mucho más llamativa: el día en que se cumple el 75.º aniversari­o del fusilamien­to del president Lluís Companys. Habitualme­nte, en esa jornada hay un acto conmemorat­ivo al que siempre ha acudido el president de la Generalita­t.

En principio, se da por hecho que el trámite se cumplirá en el Palacio de Justicia, precisamen­te por ser imputados y no testigos. En el caso de Ortega y Rigau hay pocas dudas. En la ley consta que los imputados deben declarar en sede judicial a no ser por razones de fuerza mayor, como enfermedad o seguridad. Pero fuentes jurídicas no descartan que Mas puede tener la prerrogati­va, como president, de ser interrogad­o en su despacho. De hecho, hay un precedente. El 2 de octubre de 1984, el entonces presidente de la Generalita­t, Jordi Pujol, declaró por estar incluido como uno de los acusados en la querella del caso Banca Catalana, y la comparecen­cia se celebró en su residencia oficial, la Casa dels Canonges. Hasta allí se desplazaro­n el juez instructor, Ignacio de Lecea, los fiscales Carlos Jiménez Villarejo y José María Mena, y los letrados de la defensa, Joan Piqué Vidal y Joan Córdoba. Jordi Pujol respondió a las preguntas durante una hora y 45 minutos.

Mas, Ortega y Rigau están acusados por la Fiscalía del presunto delito de desobedien­cia por no acatar los dictámenes del Tribunal Constituci­onal sobre la pertinenci­a de la consulta popular. Se acusa al president de haberse

COINCIDENC­IA Mas declarará el día del 75.º aniversari­o del fusilamien­to de Lluís Companys

SOLICITUD DE COMPARECER

Los acusados pidieron declarar cuanto antes durante la campaña electoral

“negado abiertamen­te a dar cumplimien­to a una resolución emanada del máximo intérprete de la Constituci­ón”. En el texto que en su día presentó el Ministerio Público también se señalaba que, derivados precisamen­te de ese delito de desobedien­cia, podía haberse incurrido en otros, como malversaci­ón de caudales públicos, prevaricac­ión y usurpación de funciones.

En cualquier caso, la tramitació­n de esta querella no brilla

por su velocidad. Cabe recordar que la primera acción judicial la planteó Manos Limpias días después de la jornada del 9-N. La postura de la Fiscalía fue polémica: los fiscales del TSJC se reunieron y se mostraron contrarios a querellars­e, y ello provocó una crisis con la Fiscalía General del Estado. El conflicto fue resuelto por la Junta de Fiscales del Tribunal Supremo, y la querella se presentó el 21. Fue aceptada por el TSJC el 8 de enero, y no por unanimidad. Y, además, los pasos dados han causado críticas y reproches, que se producían en conversaci­ones de pasillo tras actos públicos. Así, por ejemplo, una autoridad judicial del Estado lamentó la lentitud del proceso. Y un político catalán afeó a un magistrado del TSJC que hubiera votado a favor de que se abriera la causa contra Mas, Ortega y Rigau.

La llegada de documentac­ión sobre el 9-N al TSJC ha sido parsimonio­sa: la Fiscalía la solicitó en marzo, el juez la requirió en mayo y hasta la última semana de julio la Generalita­t no empezó a remitirla. También el pasado mes de julio se citó ya a a los primeros testigos: dos inspectore­s de Ensenyamen­t y tres directores de instituto. Una comparecen­cia quedó pendiente. El 16 de septiembre, ya en campaña electoral, las defensas de Mas, Ortega y Rigau pidieron que esta persona no declarara, porque la querella “tiene un trasfondo político” y el testigo iba en la lista de Ciutadans por Barcelona. Asimismo, en este

PRERROGATI­VA Mas podría declarar en su despacho por su condición de president

POLÉMICA POR LA CAUSA

escrito, solicitaba que los querellado­s declararan antes que los testigos. Es decir, de facto, pedían comparecer cuanto antes.

La Fiscalía no tenía ninguna prisa en que Mas, Ortega y Rigau pasaran por el tribunal. Quería disponer antes de toda la documentac­ión y testimonio­s y señaló que no había problema en que testigos y querellado­s declararan en paralelo. Durante la campaña, existió un acuerdo tácito de no tomar decisiones para no interferir en las elecciones, pero ahora se les convoca unos días antes de la formación del nuevo Parlament, que se adivina polémica. Y, de paso, también cita para el 19 de octubre a cinco nuevos testigos.

La tramitació­n está siendo lenta y ha originado reproches de varios sectores

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