Un muro de piedras para alejar a los sintecho
La Fundació Arrels reclama al Ayuntamiento políticas más decididas para integrar a las personas que duermen en la calle, y censura poner barreras
Cada día un grupo de personas sin techo mata las horas en el parque de los jardines Hortes de Sant Bertran, en la calle Carrera del Poble Sec. Junto a carritos llenos con sus pertenencias, charlan, dormitan y beben tetrabrics de vino barato. “Si el alcohol no te lleva a la calle, la calle te lleva al alcohol”, comenta Jordi Baqués, voluntario de la Fundació Arrels que cada martes acompaña y presta su apoyo a estos ciudadanos que malviven a la intemperie. Desde hace unos meses, grandes bloques de piedra intentan impedir que los indigentes se cobijen de noche o cuando llueve bajo los voladizos del edificio que da a los jardines, una medida que adoptó el Ayuntamiento ante las quejas de los vecinos por los problemas de convivencia que ocasiona este colectivo.
“La solución no pasa por poner barreras. Con las piedras lo único que se consigue es contentar momentáneamente a los vecinos o trasladar el conflicto a otra zona. Es necesario que el Ayuntamiento realice un trabajo intensivo con estas personas porque están en una situación muy crónica. Este caso evidencia que la pobreza nos molesta y entiendo que a nadie le hace gracia tener al lado de casa a alguien borracho y chillando”, comenta Ferran Busquets, director de Arrels, entidad del Raval que trabaja para que nadie duerma en la calle.
“Cada día se concentran ocho o diez personas sin techo, beben, se pelean y de noche hacen mucho ruido y molestan a los residentes. Los niños ya no juegan en el parque”, explica Israel Rodríguez, camarero en el restaurante Paradas, en los bajos del edificio donde han colocado las piedras.
Una portavoz del Ayuntamiento de Barcelona confirmó ayer que “el anterior gobierno municipal, en marzo o abril, ordenó la actuación tras las reiteradas protestas vecinales por la presencia de este colectivo, con el cual se han intentado sin éxito diversas intervenciones por parte del Servei d’Inserció Social (SIS), de la Guardia Urbana y de los técnicos del distrito”. Las mismas fuentes indican que un equipo del SIS realiza un mínimo de tres visitas semanales a esta zona. “A todas las personas contactadas –cuya principal problemática son las adicciones– se les ofrecen los recursos para cubrir sus necesidades básicas (alimentación, duchas y alojamiento), pero pocos veces los utilizan”, añaden
Busquets insiste en que la solución “es el trabajo diario y a largo plazo con las personas en peor situación; la única manera de dar un paso adelante es ofreciéndoles viviendas”. A final de año, Arrels prevé abrir un piso destinado a los casos más extremos, “en el que no se exigirá el cumplimiento de normas. Sólo pedimos que no haya violencia”. Actualmente, y según el último recuento realizado por Arrels, cerca de 900 personas pasan la noche al raso. Otras 2.000 pernoctan en alojamientos municipales o de entidades sociales.
Arrels considera que ahora lo mas urgente es disponer de viviendas para las 300 personas cuya situación es más extrema. El modelo que defiende es el denominado housing first, consistente en ceder un piso a los indigentes que
La única solución “es el trabajo diario y a largo plazo con las personas en peor situación, y ofrecerles una vivienda”
llevan años en la calle y que sufren una enfermedad mental o una adicción. Esta fórmula funciona en el 80% de los casos. “Sólo pedimos a los beneficiarios –ahora tenemos 40– que aporten entre el 20% y el 30% de sus ingresos en concepto de alquiler, que tengan buenas relaciones con los vecinos y que acepten recibir una vez a la semana la visita de una persona de apoyo”, detalla Busquets subrayando que la solución no pasa por levantar muros de exclusión.