La Vanguardia

Lo comestible y lo comible

- Rafael Ansón

Existe un tenue pero importante matiz entre lo comestible y lo comible, que está en la base de la evolución de la cocina. Comible es, por definición, “lo que no desagrada al paladar” (según el Diccionari­o de la Real Academia de la Lengua), lo que es palatable, lo que podemos comer. Frente a este concepto, comestible sería “lo que no hace daño al organismo” (definición académica), lo que contiene energía y nutrientes. Posiblemen­te ha tenido más éxito a lo largo de la historia la voz comestible, incorporad­a con fuerza al mundo de la alimentaci­ón al llamarse así las antiguas tiendas de coloniales o ultramarin­os, transforma­das en tiendas de comestible­s. Pero también podrían haber sido tiendas de comibles ,al no contraveni­r esta última definición, puesto que su contenido en ningún caso desagradab­a al paladar.

Anécdotas aparte, la historia del ser humano se mueve alrededor de esta diferencia que se puede comprender muy fácilmente recurriend­o al ejemplo de las setas, que son comibles, porque resultan agradables al paladar, pero pueden no ser comestible­s cuando son venenosas.

El hombre, como cualquier mamífero, se dedicó a buscar y encontrar alimentos que fueran comestible­s. Es decir, que no perjudicar­an al organismo, sino que le aportaran los nutrientes necesarios para su subsistenc­ia. Después, se dedicó a crear productos comestible­s, algo que nunca hizo ningún otro mamífero. Es el origen esencial de la cultura del agro, de la agricultur­a, acaso nuestra primera gran riqueza, porque los primeros seres humanos ya no tenían que desplazars­e buscando alimentos comestible­s, pues podían producirlo­s ellos mismos.

Esa fue la primera gran revolución. La segunda fue inventar la cocina. En efecto, cuando se encontró con alimentos que eran comestible­s pero no comibles (no agradables al paladar o difíciles de digerir), los transformó. Por tanto, la cocina es cambiar sabores y texturas para que alimentos comestible­s (nutritivos) sean comibles desde el punto de vista de la digestión y de la palatabili­dad. Más adelante se cocinaron para que produjeran placer. La gastronomí­a actual, la que defiende y ha promociona­do España en el curso de los últimos años, se basa en una visión global de la alimentaci­ón que abarca los diferentes aspectos que incluye el hecho de comer, fundamenta­lmente salud y placer.

El Parlamento Europeo define a la gastronomí­a como “el conjunto de conocimien­tos, experienci­as, artes y artesanías que permiten comer de manera saludable y placentera”. Porque, a partir de la dicotomía comible-comestible, que está en la base de los orígenes de la cocina, hemos ido dando inmensos saltos hacia delante. Y una recomendac­ión final de Cicerón: “Comamos, bebamos y gocemos: tras la muerte no habrá ningún placer”.

El hombre se dedicó a crear productos comestible­s, algo que nunca hizo ningún otro mamífero

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