Las T de Teatre se ríen de las miserias de los actores con ‘Premis i càstigs’
Teatro por delante... y por detrás. Una compañía de principios del siglo XX hace ejercicios actorales frente al público. Quieren llegar al virtuosismo. Más tarde, los ocho actores se enfrentan a fragmentos de Barranca abajo, obra escrita por el uruguayo Florencio Sánchez hace más de cien años. Y mientras ensayan frente a la audiencia, las tensiones internas, las peleas, crecen, mostrando, en clave cómica, las fragilidades e inseguridades de los actores. Pero, también, “poniendo al final en crisis si hoy es posible o no la representación, el acto de actuar, y de qué manera puede ser representado o no determinado hecho”, explica el argentino Ciro Zorzoli, autor de la comedia Premis i càstigs que abre hoy la temporada del Lliure de Montjuïc protagonizada por las T de Teatre.
Las cuatro actrices de la compañía –Mamen Duch, Àgata Roca, Carme Pla y Marta Pérez–, veteranas ya en lanzarse a la piscina con los directores cuyo trabajo les atrae –lo hicieron con Alfredo Sanzol en la emocionante Delicades o con Pau Miró en Dones com jo–, vieron en Madrid una obra de Ciro Zorzoli, Estado de ira, y decidieron que tenían que trabajar con él. Y el resultado tras talleres, ensayos y mucho juego en escena es Premis i càstigs, que se estrenó durante el Grec y que ahora estará hasta el 25 de octubre en el Lliure. En escena, además de las cuatro actrices, Ivan Benet, Albert Ribalta, Jordi Rico y Marc Rodríguez. Para Carme Pla es una obra sobre las miserias y grandezas del actor pero también del ser humano, “un circo en el que todo el mundo sale adelante como puede”.
Para Zorzoli, la obra es “como ir a ver el entrenamiento de un partido de fútbol y encontrar que pasan cosas entre los jugadores. Son los bordes de la representación los que se ponen en juego ahí, esas zonas donde empieza a haber un juego entre el actor y el personaje que tiene que representar”. De hecho, señala, en juego está la propia representación: “Hoy tenemos la posibilidad de ver las cosas en vivo y en directo a través de la televisión, las muertes y accidentes en vivo. La pregunta es qué lugar le queda al teatro para la representación literal de esos mismos hechos si podemos verlos en directo. Esta pieza trata de generar una metáfora sobre qué lugar le queda a la representación, y en ese devenir los actores entran en conflictos, se ve por dónde pasa la verdad en escena, por dónde pasa lo que es posible de ser representado”. Y concluye: “En definitiva, la obra habla de las dificultades de ponerse en lugar del otro. No es sencillo ponerse y comprender el dolor desde dentro”.