Fórmula magistral

DIÁLOGO, finura y sin ansiedad. Esta es la fórmula magistral que propone Mariano Rajoy para resolver “el problema abierto en Catalunya”. Al menos es lo que respondió al líder del PSOE, Pedro Sánchez, cuando le acusó de inmovilismo en este asunto, así como de incapacidad para resolver el conflicto.

Diálogo, lo que se dice diálogo, no ha habido entre Rajoy y Mas desde julio del año pasado. El diálogo es como la gimnasia: a fuerza de no practicarla, cada vez da más pereza mover el cuerpo. Se pierde el hábito y, lo que es peor, las ganas. Y aunque una llamada desde el móvil no cuesta ni esfuerzo ni dinero, uno y otro han tenido la sensación de que no tenían nada que decirse y que los acontecimientos acabarían por imponerse a las palabras. Pero la realidad es tozuda, y el embrollo, descomunal. Así que la voluntad de diálogo es loable, pero las posibilidades de retomarlo se antojan remotas.

Lo de la finura tiene su qué, porque un gato viejo como era Giulio Andreotti se apercibió de que en España escaseaba cuando el país estrenaba democracia. “Manca finezza”, dijo el entonces jefe de Gobierno afilando su nariz aguileña y mostrando su sonrisa de hiena. La finezza es una cualidad imprescindible para las situaciones políticas complicadas; el único problema es que, cuando los agravios se acumulan en uno y otro lado, se necesita además sosiego y flema.

Y sin ansiedad, ni prisas. Este es un terreno que Rajoy domina como ningún otro. Pero ha transcurrido tanto tiempo sin abordar un asunto tan urgente, que, a veces, parece que las soluciones hayan caducado. Y es que una cosa es no angustiarse y otro tomárselo con una desesperante calma.

De todas formas, como en la fórmula de la Coca-Cola, faltan más ingredientes de los que se divulgan. Uno es la audacia, y otro, la decisión. Lo malo es que en los próximos meses no habrá diálogo, ni finura, ni tranquilidad. El problema seguirá abierto. Pronto, de par en par.